temazcallis
Páginas: 6 (1415 palabras)
Publicado: 21 de octubre de 2013
Hice un huerto en mi patio. No es grande. Pero tiene coles, espinacas, alfalfa, zanahorias, cilantro verduras de la gente pobre allá en mi estado, hortalizas y condimentos. Cerca de la pared creció un pie de maracuyá, que ya dio más no poder y ahora se está secando. Es bueno ir allá para ver crecer las cosas, especialmente después de la lluvia, cuando se ponenagradecidas, como dice mi papá. Es bueno ver aquella tierra que el estiércol fertilizó, tan diferente de cuando está dura y seca antes de que la hubieran embarazado el deseo y las manos.
Pienso que la tierra también tiene gratitud al verse así tan gorda. Pero el cuerpo necesita de algo más que sólo cosas para comer. El pan es poco: la vida necesita también de alegrías y cariños. Y fue por eso queplanté cosas buenas para oler, ver, agradar. El heliotropo japonés, decenas de racimos rojos; la magnolia, el jazmín, los colorines, las camelinas, los alcatraces, el gran duque, los helechos, las margaritas, las varitas de nardo, las gladiolas. Un naranjo por el perfume de sus azares, por el perfume de sus hojas, por el buen humor de los naranjos en flor.
¿Ya pensaste en eso, que las frutastienen un humor especial, cada una diferente a otra? Las manzanas y las peras son serias, no dicen chistes y son propias para aparecer en reuniones de personas importantes. Los plátanos y los cocos (excepto los dominicos que son los bobos de la corte) son antes que nada, simples, sin asunto. La chirimoya es una gran carcajada. Las naranjas, las cerezas, el caqui son casas juguetonas. Hasta piensoque la fruta prohibida en el paraíso no fue la manzana, como dicen muchos, sino que fue el caqui. ¿Existirá fruta más erótica? Las uvas tienen un aire de nobleza, combinan con la música erudita.
Planté un cerezo después de mi primera experiencia de robo. Cuando era niño, el vecino tenía un cerezo cargado de frutillas rojas que ahí estaban, nadie agarraba. Subirme al muro e ir a robar era lomáximo para mí. Até una lata de tomate en la punta de una rama y así robaba las cerezas, para mi alegría y para la sonrisa de Dios. Sólo hasta mucho más tarde descubrí que, ya en aquel momento, se delineaba mi vocación teológica, pues San Agustín hacía lo mismo, sólo que con unas peras verdes y ácidas. Es muy bueno el gusto por la fruta prohibida. Y la teología es eso, un deseo de robar a los diosessus frutos buenos, disfrazados de poemas…
La producción en mi patio no es grande. Pero la imaginación y la alegría carecen al ver a la tierra y a las cosas que en ella se dan y prometen. Para mí, aquel huerto es más que huerto y jardín, es un altar. Altar es un lugar donde los ojos, al ver las cosas que se pueden ver, ven también otras con el ojo interior. Al ver mi jardín y agradarme por suscolores y perfumes, pienso que también yo crezco en él. Soy un hermano de las coles y de las flores: mi cuerpo es un hijo de la tierra. Y es por eso (yo pienso) que me pongo contento al ver la tierra feliz, pero me enojo al ver aquellas casas en que los jardines fueron sustituidos por losetas y asfalto. Es un cementerio para mí, e imagino a la tierra, mi madre enterrada, sofocada, llena de vida, desemillas que no pueden brotar.
Las personas sofocan la tierra para evitar la inmundicia. Tierra es inmundicia. Ya perdieron la memoria de sus orígenes: prefieren el cemento, lo sintético, los azulejos, la formaica: seres de hospitales que toman un baño de pinol para tener un olorcito de limpieza.
En mi calle había un Ipe rojo. Un día pasé por allí y, para mi horror, vi. Lo que le habíancortado una franja alrededor de su corteza para que se muriera: era como cortar las venas de una persona viva. Es que las flores ensuciaban el piso y daba mucho trabajo barrerlas. Me imagino que, si pudieran, plantarían en su lugar un árbol de plástico. El Ipe está muerto, sin hojas. Y, de seguro, la persona que lo mató está feliz, por no tener ya que barrer la calle. Pero para mí, la tierra no...
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