Teodicea

III. DEL FALSO LAICISMO HACIA UNA LAICIDAD POSITIVA

«Que nadie tenga miedo de la actividad religiosa de las personas y de los grupos sociales. Realizada en el respeto de la sana laicidad, no puede menos de ser fuente de dinamismo y promoción del hombre»
Su Santidad Juan Pablo II

3.1 Construyendo el término de laicismo en el contexto actual.

Es necesario distinguir el laicismo, comoprivatización de lo religioso y exclusión de la vida pública, de la laicidad, que supone la necesaria separación entre la Iglesia y el Estado asumiendo lo religioso como parte de la esfera social.
La palabra laicidad parece querer significar algo intermedio entre el confesionalismo y el laicismo. Algo que por estar en el centro, habría de participar de alguna manera de lo propio de cada uno de losdos extremos envolventes.

Una auténtica democracia laica permite a las instituciones religiosas dar publicidad a sus mensajes para poder ofrecer a los ciudadanos materia de reflexión de forma ecuánime. Impedir a las Iglesias de mostrar su postura sobre cualquier tema "no es un acto de laicidad, sino de exilio hacia un sistema de valores, sólo porque éste no encaja dentro de la culturadominante".

"Algunos defensores de la laicidad creen que no deben existir valores absolutos porque su existencia presupondría automáticamente la falta de laicidad. Otros en cambio, afirman que para salvarse del riesgo del relativismo radical y del totalitarismo ideológico, son necesarios unos principios absolutos según, dicen, el ´mínimo común ético´" .
La tarea de cualquiera que tenga un sistemafuerte de valores, sea católico o de otra confesión o cultura, es la de "realizar el esfuerzo de traducir sus propios valores al ´lenguaje universal´ del debate democrático".
La laicidad es buena y en cuanto tal, no tiene por qué estar contaminada, en mayor o menor medida, por lo malo propio del laicismo como del clericalismo. Es así como podemos ir construyendo un concepto después del análisisprevio de los dos capítulos pasados, cabe mencionar que independientemente de las connotaciones que en épocas pasadas y en sus mismos orígenes haya podido tener esta palabra, precisamente en relación con el laicismo como con el clericalismo confesional.
La laicidad en cuanto a la política y más en concreto al Estado es algo que ha de entenderse como perteneciente al Estado en sí mismo y desde símismo. En cuanto expresión de lo que el Estado es como realidad coherente con la naturaleza social del ser humano, también la laicidad ha de ser objeto de la misma valoración positiva atribuida al mismo Estado. Nos equivocaríamos por ello si viéramos en la laicidad algo que, por principio debiera ser rechazado como contrario a la Iglesia.
La laicidad apunta al pueblo, es decir, configurado comouna sociedad organizada. De esta organización que sin la cual no hubiera convivencia social, y de la cual nace por la necesidad del hombre en vivir en sociedad estable, nace también la necesidad de que esa sociedad tenga un principio de organización y de cohesión o lo que es lo mismo, alguna forma de autoridad. Desde el ser humano sin otra dependencia o mandato añadido desde fuera de sí mismo,nace su condición social, y de esta la necesidad de vivir en un pueblo y de disponer en el de una autoridad política, es decir propia de la ciudad (polis). Una autoridad que se legitima por el servicio que ella ha de prestar al pueblo.
En la inmanencia misma del ser humano está la raíz de la convivencia social, y de esta misma inmanencia nace la necesidad de la existencia de la autoridad requeridapor la ordenada convivencia de ese pueblo. De ahí brota que la autoridad política es también inmanente a la misma naturaleza del Estado, del pueblo. La autoridad proviene desde dentro de la realidad del mismo pueblo y como resultante del ejercicio en libertad de su derecho a vivir en sociedad.
Una autoridad que es laical, nacida del pueblo y en función del pueblo. Es así como Originalmente y sin...