Teoria del arte
La prosa de Alberto Hidalgo
La facultad del deseo1 y su fatalidad modernista
Diego Gamonal Morales
La abundante literatura de las primeras décadas del siglo XX, en Latinoamérica, se vio invadida por los “ismos” de la vanguardia de avanzada que en Europa habían proliferado en nombre de la renovación del arte. Tal renovación pulsaba una serie de planteamientos que ibandesde la escritura automática, atravesando los silogismos lógicos, las figuras literarias, los tópicos artísticos, hasta la pregunta por la función social de legítimas producciones estéticas y comunicativas como la novela o la pintura. Aunque estos movimientos pretendían destartalar la rigidez heredada de los esquemas clásicos, al punto de revertir o desordenar los parámetros creativos (romper con lamétrica, preferir la asimetría a la simetría), en realidad respondían a un momento histórico en particular que podía rastrearse en los orígenes de la modernidad, así como a un contexto de gran tensión y enfrentamiento político que exigía a gritos una nueva defensa del individuo. Esto puede identificarse en el primer caso, a grosso modo, en la fuerza poética impulsada por los motores, el dinamismoy la guerra, y en el segundo, en el carácter experimental de la subconsciencia y en la personificación de la agresividad y la violencia con colores y diseños estridentes2.
La importación de estas nuevas técnicas3 artísticas, además, coincidió con el ascenso capitalista de este lado del mundo, que prometía un progreso acelerado basado en la modernización de las ciudades y en la beligerancia contraun orden caduco. Como aventura, esta promesa permitía crear todo un espacio fascinante en el que la perplejidad por las construcciones arquitectónicas, el rápido comercio internacional, así como el “libre intercambio de voluntades y decisiones personales”, esgrimía los valores de la nueva época. El potencial de la modernidad se sustentaba entonces en un nuevo mundo en el que la sociedad no sebasaba en el pasado reflexivo, sino en la racionalización de la posteridad a partir de la libertad de las prácticas culturales.
Con un Modernismo en decadencia, además de las ventajas mencionadas en torno al ámbito sociohistórico, estos movimientos atraparon de inmediato la atención de los jóvenes escritores (y artistas en general) del nuevo continente. Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, CésarVallejo, Pablo Neruda, Manuel Maples Arce, Alberto Hidalgo, Gonzalo Arango, entre otros, se unieron a las filas de los tan proféticamente anunciados ismos de la vanguardia. Ya sea por puro embeleso o por potencial social o para reivindicar un tradición aprovechando las fórmulas coloristas, estos escritores poseían un optimismo genuino en este laboratorio discursivo, que les servía sobre todo paraexaltar la novedad y la sorpresa, luchar contra las reglas de la gramática y los elementos típicos del contenidismo literario, e introducir los elementos modernos en las fantasías del relato. Aunque con la erosión de los años esta efervescencia terminará acostada sobre los anaqueles de las bibliotecas nacionales, esperando una que otra ojeada importante, cuando estos jóvenes comprendan que dichosistema reducía a un instrumentalismo práctico las fuerzas de trabajo, cuando se forme una hostilidad combatiente contra la clase dirigente, y cuando se propague el descrédito del experimentalismo del lenguaje, de sus reglas y su forma4, esta vanguardia dejará sonoras huellas dentro de la literatura latinoamericana próxima.
En el Perú, dicha vanguardia coincidió con el apogeo del movimientoColónida. Tal movimiento5 propugnaba la ruptura con el academicismo hispano que representaba al espíritu elitista y colonial de la tradición literaria del país, en busca de una renovación de los temas y estilos, recepcionando con simpatía las nuevas tendencias europeas, en especial las francesas. Abraham Valdelomar, líder de este movimiento, será quién a través de la actividad periodística introduzca...
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