teorlclsmo y autocrítica
teorlclsmo
y
autocrítica: en busca
del tiempo
perdido
daniel
prieto
argentino,
castillo
profesor del instituto
latino-
americano de comunicación
(PONENCIA
PRESENTADA
EN El
ENCUENTRO
CONEICC-82,
MTY.
N.l.,
ABRil
DE 1982).
Tramposas las palabras, tercas. Cuando uno
intenta captar algo del propio ser, piel adentro,
historia cotidianaadentro, aparecen graciosas,
25
.,
fascinantes, siempre capaces de hacer creer que ellas son lo que uno busca.
y si el camino es hacia fuera, icuántos jardínes, valles, montañas, ciudades ofrecen! Tan fácil ser jardinero sin ensuciarse las manos; correr valles sin moverse; trepar montañas sin una sola agitación del pecho; atravesar calles ilusorias.
Trampa maravillosa son las palabras;terca celada en las que nos hemos
empecinado en caer gozosa mente. Recuerdo a un contemporáneo de Cicerón que leía durante todo el día, mientras comía, mientras se bañaba;
recuerdo a aquel personaje de la náusea que intentaba leer en una biblioteca todo lo que se había escrito, desde la a la z, en ese orden; rememoro las
horas perdidas en los salones de clases: yo te doy palabras y tú me lasde-
vuelves. ..
Limpias son también las palabras, agudas, certeras, capaces de abrir caminos donde no existen; de forjar el encuentro entre dos seres, o consigo
mismo; de ayudar en la infinita tarea de comprender algo de nuestra propia realidad.
No existe trampa entonces, no hay celada. Certeras saetas las palabras
así usadas; ejercicio vertiginoso de ir encontrando a los demás, a uno mismo,de ir asomándose al sentido de lo que nos rodea.
Dos formas reconozco, pues, del uso de las palabras. Ambas han recorrido la historia de Occidente sin tregua alguna. El viejo Platón las distinguió
con una claridad estremecedora en un diálogo que todos nuestros estudiantes de comunicación
debieran leer: El sofista. No es difícil trasponer
aquellas discusiones a nuestro tiempo y, en una actitudmaniquea, señalar
que a los medios de difusión colectiva corresponde el uso de la palabra
tramposa ya nosotros, sus críticos, el otro.
Como soy un viejo pecador, entre mis viejos pecados está el haber pasado por esta actitud maniquea. Cuando medité sobre la antigua retórica viene a descubrirla en los mensajes que actualmente circulan por millones.
Escribí entonces un librito que quizá algunoshabrán tenido que soportar
alguna vez: Retórica y manipulación
masiva. Fui incapaz, en esas páginas,
de reconocer un uso tramposo de las palabras entre quienes trabajan desde
lo que aparentemente
constituye
la margen opuesta a la de los mensajes
dominantes. Yeso me sucedió por una suerte de torpeza, pereza también,
intelectual. Si hubiera meditado más sobre lo que escribió el viejo Platón,tal vez cuatro años antes de este encuentro podría haber adelantado los
temas que ahora me preocupan. Pero también me ocurrió por falta de perspectiva histórica. En 1978,77 en realidad porque el libro debió esperar un
año en la editorial, no eran claros, al menos para mí, los efectos del uso de
la palabra tramposa en nuestras escuelas de comunicación.
En los 80 fue ya posible tomarconciencia; los excesos terminológicos
y
teóricos, seudoteóricos acotemos, podían ser analizados a través de la evaluación de toda una década.
26
Una diferencia
abismal
Llamo teoricismo al uso de la palabra tramposa en nuestro campo, en
nuestra margen. Llarpo teoría, llamo expresión, al otro uso.
El impulso teórico de comienzos de la década de los 70 terminó en muchos casos en teoricismo.Vale la pena recordar aquel comienzo. Sal íamos
de un largo período en que la teoría no existía o, en todo caso, no servía
para nada. El periodista de entonces, el que se pretendía formar, recibía
un barniz de cultura general y sal ía de las escuelas sin ninguna capacidad
~rítica. Los procesos sociales que vivíarl nuestros países abrieron las puertas de las escuelas a un anhelo, manifestado...
Regístrate para leer el documento completo.