TERCER CAP TULO
Antonio José Bolívar Proaño sabía leer, pero no escribir. A lo más, lograba garabatear su nombre. Cuando debía firmar leía lentamente, juntando las sílabas, susurrándolas a mediavoz como si las paladeara.
Vivía en una choza de unos diez metros cuadrados en los que ordenaba el escaso inmobiliario.
Conoció a Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñán Otavalo de niñoen San Luis, un poblado serrano aledaño al volcán Imbabura. Tenían trece años cuando los comprometieron. El matrimonio de niños vivió los primeros tres años de pareja en casa del padre de la mujer,un viudo, muy viejo, que se comprometió
testar a favor de ellos a cambio de cuidados y de rezos.
Al morir el viejo, heredaron unos pocos metros de tierra, insuficientes para el sustento de una familia.El hombre cultivaba la propiedad familiar y trabajaba en terrenos de otros propietarios.
La mujer no se embarazaba. Antonio José Bolívar Proaño intentaba consolarla y viajaban de curandero encurandero probando toda clase de hiervas. Fue así como decidieron abandonar la sierra y poco antes de las festividades de San Luis reunió las pocas pertenencias, cerraron la casa y emprendieron el viaje.Llegar hasta el puerto fluvial de El Dorado les llevó dos semanas.
Luego de otra semana de viaje, esta vez en canoa, arribaron a una esquina del río. La única construcción era una enorme choza decalaminas que hacía de oficina, bodega de semillas y herramientas, y vivienda de los recién llegados colonos. Eso era El Idilio.
La pareja se dio a la tarea de construir precariamente una choza. Trabajandodesde el alba hasta el atardecer arrancaban un árbol, unas lianas; luego se les terminaron las provisiones y no sabían qué hacer. Aislados por las lluvias, por esos vendavales que no conocían,empezaron a morir los primeros colonos.
Se sentían perdidos, en una estéril lucha con la lluvia que amenazaba con llevarles la choza. Los Shuar, compadecidos, se acercaban a echarles una mano. Pasada la...
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