teroria de la historia
CAPITULO TERCERO
A ver quién manda aquí
En el capítulo anterior hemos revisado algunas de las razones por las que renunciar a parte de la libertad personal y obedecer a otro nunca nos haparecido a los humanos mala idea, a pesar de los obvios inconvenientes. A fin de cuentas de lo que se trata es de aprovechar al máximo las ventajas de vivir juntos en comunidad. La principal de esas ventajases aunar esfuerzos y así lograr objetivos que cada cual por sí mismo nunca conseguiría. Una dirección única posibilita esa unidad de colaboración: y tal dirección debe tener cierta estabilidad, paragarantizar que la unidad social no sea cosa de un día sino algo en lo que confiarse. Como señaló Nietzsche, las sociedades consisten en una serie de promesas, explicitas o implícitas, que los miembrosdel grupo se hacen unos a otros. Tiene que haber alguien con autoridad suficiente para garantizar que esas promesas van a cumplirse y para obligar a que se cumplan. Luego está la amenaza de que losconflictos entre los individuos acaben en violencia incontrolable.
Thomas Hobbes, un filósofo ingles del siglo XVII. En su opinión, los hombres eligieron jefes por miedo a sí mismos, a lo que podríallegar a ser su vida si no designaban a alguien que les mandase y zanjara sus disputas.
Hobbes pensaba que el hombre que puede llegar a ser una fiera para los otros hombres: ni el más fuerte puedeestar seguro, porque de vez en cuando tiene que dormir y el enemigo aparentemente debilucho es capaz de acercare durante el sueño y apiolarle sin problemas.
El hábito de obedecer todos uno lo hemosdebido adquirir a costa de mucha sangre y tremendas presiones colectivas: por eso una especie de santo temor rodea a todo el que ocupa una jefatura.
Algunos reyes de la remota antigüedad no solo eranconsiderados por los súbditos responsables del orden de la sociedad sino también del de la naturaleza: sus obligaciones incluían tanto promulgar leyes o ganar batallas.
A fin de cuentas, a ningún...
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