terrazo
En 1997 Abelardo Díaz Alfaro obtiene el Galardón al Mérito Intelectual del Premio Nacional de Cultura que otorga cada cinco años el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Esta prestigiosa distinción la compartió con Myrna Báez, Justino Díaz, José "Pepito" Figueroa y Raúl García Rinaldi.
Muere en Guaynabo el 22 de julio de 1999. Sus restos se transportaron ?tal como éllo había pedido? en una carreta tirada de bueyes, simbolizando así su querido "Josco". El cortejo fúnebre, que partió desde el Instituto de Cultura, se dirigió al camposanto del Viejo San Juan, en donde reposa. Su despedida se convirtió en un acontecimiento histórico-cultural.
Por Abelardo Diaz Alfaro
SOMBRA IMBORRABLE DEL JOSCO sobre la loma que domina el valle del Toa. La cabeza erguida,las aspas filosas estoqueando el capote en sangre de un atardecer luminoso. Aindiado, moreno, la carrilluda en sombras, el andar lento y rítmico. La baba gelatinosa le caía de los belfos negros y gomosos, dejando en el verde enjoyado estela plateada de caracol. Era hosco por el color y por su carácter reconcentrado, huraño, fobioso, de peleador incansable. Cuando sobre el lomo negro del cerroFarallón las estrellas clavaban sus banderillas de luz, lo veía descender la loma, majestuoso, doblar la recia cerviz, resoplar su aliento de toro macho sobre la tierra virgen y tirar un mugido largo y potente para las rejoyas del San Lorenzo.
--Toro macho, padrote como ése, denguno; no nació pa yugo- me decía el jincho Marcelo, quien una noche negra y hosca le parteó a la luz temblona de un jacho.Lo había criado y lo quería como a un hijo. Su único hijo.
Hombre solitario, hecho a la reyerta de la alborada, veía en aquel toro la encarnación de algo de su hombría, de su descontento, de su espíritu recio y primitivo. Y toro y hombre se fundían en un mismo paisaje y en un mismo dolor.
No había toro de las fincas lindantes que cruzase la guardarraya, que el Josco no le grabase en rojosobre el costado, de una cornada certera, su rúbrica de toro padrote.
Cuando el cuerno plateado de la luna rasgaba el telón en sombras de la noche, oí al tío Leopo decir al jincho:
--Marcelo, mañana me traes el toro americano que le compré a los Velilla para padrote; lo quiero para el cruce; hay que mejorar la crianza.
Y vi al jincho luchar en su mente estrecha, recia y primitiva con unaidea demasiado sangrante, demasiado dolorosa para ser realidad. Y tras una corta pausa musitó débilmente; como si la voz se le quebrase en suspiros:
--Don Leopo, ¿y qué jacemos con el Josco?
--Pues lo enyugaremos para arrastre de caña, la zafra se mete fuerte este año, y ese toro es duro y resistente.
--Usté dispense, don Leopo, pero ese toro es padrote de nación, es alebrestao, no sirve pa...
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