Terror en la Montaña

TERROR EN LA MONTAÑA


Sujeté con fuerza la butaca al sentir otra turbulencia, fue sin duda un vuelo muy irregular. Salimos de Buenos Aires con buen tiempo, pero llegando a la ciudad de Bariloche se desató una feroz tormenta. Miré por la ventanilla las gotas que pegaban con fuerza y se deslizaban hacia los costados. No se veían los picos nevados de las montañas, no se vía nada en realidad,solo nubes espesas. El cielo se iluminó y un escalofrío me recorrió la espalda, estaba preparada para el próximo sacudón. Nunca me ha gustado volar, menos con mal tiempo. Julia se aferró a mi brazo, como si fuera el último salvavidas del Titanic. Recordé en ese momento el motivo de este viaje, ayudarla a superar el abandono de su pareja, Alejandro. Me pregunté, con cierta angustia y también, aunqueme cueste admitirlo, cierto grado de resentimiento ¿por qué siempre tengo que ser su tabla de salvación? Desde chicas, mi casa era su refugio, nuestras madres eran hermanas y mi tía sufría de depresión. Mamá adoraba a Julia. “¡Qué hermosa es!”, me parece escucharla. “¡Qué buena alumna, a pesar de todos los problemas que tiene!, ¿No te parece Agustina?”, decía continuamente.
Gracias a Dios elpiloto nos informó que ya estábamos por aterrizar, Julia me sonrió aliviada. Sentí el fuerte impacto del golpe de las ruedas contra el pavimento de la pista del aeropuerto y a continuación el carreteo, en un momento pensé que el avión no paraba, pero después de varios minutos ceso de andar. Cuando bajamos nos dispusimos a buscar el equipaje en la cinta transportadora. En Buenos Aires, habíamoscontratado el alquiler de un pequeño auto para trasladarnos por la ciudad. Tomé la Av. Bustillo que bordea el lago Nahuel Huapi, con dirección al Cerro Catedral, no había dejado de llover y se sentía un frío fragante. No es la primera vez que estaba en Bariloche, había pasado unas vacaciones con mi ex marido hacía unos años. Cuando Julia entró en crisis por la ruptura con su novio le propuse irnosjuntas y alquilar un departamento en un complejo turístico, que en esta época del año era muy tranquilo. El complejo está ubicado en pleno Cerro Catedral, pero en las afueras, no en la Villa. Yo había quedado con el empleado de la inmobiliaria de encontrarnos en el camino, para que me entregue las llaves del departamento. Dejamos la Av. Bustillo y nos internamos en el camino ripio y ondulante quenos llevaba en dirección al Cerro. En la mitad de la subida avistamos un auto con las luces intermitentes prendidas, nos hizo una seña y lo seguimos. Tomamos un sendero por donde apenas pasaban los autos, a los costados del mismo la vegetación empezaba a anunciar el final del invierno, pero todavía se podía ver nieve sobre los arbustos más altos. Habremos circulado unos quinientos metros cuandoapareció el complejo, quedaba emplazado en un precipicio, la construcción era de madera y cemento, de varios pisos, parecía amurado a la ladera de la montaña, daba la impresión de estar colgado de la misma, la nieve cubría parte de sus balcones. A pesar del día gris y de que ya estaba anocheciendo, el paisaje era de una belleza subyugante. Julia me abrazó, y entre lágrimas me dio las gracias. Seveía conmovida. Debo admitir que sentí lástima por su situación.
Estacionamos el auto atrás del empleado de la inmobiliaria, a los pies de la escalera de entrada, dos metros hacia la izquierda comenzaba el precipicio. No había más autos a la vista, nos miramos con Julia y le consultamos:
-¿Somos las únicas huéspedes del complejo?
-Sí, en esta época del año no vienen muchos turistas.- Nos dijo.-¿Hay algún encargado, alguien a quien podamos consultar si tenemos algún problema? – Preguntó Julia.
-¿Qué problema pueden tener?
-No sé, por ejemplo, la cena.- Dije
-A trescientos metros hacia la derecha hay un hotel que tiene restorán, hoy pueden comer ahí, después en el departamento tienen todas las comodidades, heladera, freezer, microondas, cafetera eléctrica, todo lo que puedan...