Terror

La noche del infierno
CAPITULO 4º
Mientras la anterior conversación tiene lugar entre Tawny McCain y su anfitriona, en una bonita casa con jardín del centrodel pueblo, una joven llamada Madeleine termina de cenar junto a sus padres y su hermano pequeño.
No era íntima amiga del fallecido David Stalk, pero lo conocía lo bastante bien como para sentir su trágica muerte.
Esa noche no se encuentrademasiado bien, así que, una vez ha acabado de cenar, se despide de sus padres, da un beso a su hermanito pequeño, y sube a su habitación situada al final del pasillo de la segunda planta de su bonita y acogedora casita.
-¿Quieres que te prepare una infusión o algo, cariño? –Pregunta su madre, visiblemente alarmada por las ojeras que han aparecido en el rostro de su hija a lo largo del día.-No, mamá, gracias. Sólo necesito dormir, mañana estaré bien.
-O está preñada, o se droga –masculla su padre desde el otro lado del periódico.
-¡Stwart!
-¿Qué? No sería la primera vez que una cría de dieciséis años se queda preñada o consume drogas –Stwart Jarvis aparta el periódico para mirar a su esposa y añade en un extraño tono de voz-: Si está preñada, nos haremos cargo del niño. Si es unayonqui la enviaremos con tu hermana a la capital.
-¡Stwart, por favor! ¿De veras crees que…?
-La juventud de hoy en día está corrompida, Laura. Fíjate si no en el chico de los Stalk. Un joven sano y centrado no hace lo que hizo ese muchacho, no señor, no lo hace –Stwart Jarvis se levanta de la silla, deja el periódico doblado sobre la mesa y da un beso a su esposa y a su hijo pequeño-. Me voy a lacama, tengo un sueño que casi no me tengo en pie.
-De acuerdo, querido. Yo tampoco tardaré en subir, en cuanto consiga dormir a Andy.
Poco antes de que Laura Jarvis se vaya a la cama, su hija le pide un vaso de agua, y ella le sube uno de cristal.
Son las 00:30 pasadas cuando, en su habitación del pequeño motel de Theresa Klein, Tawny McCain comienza a agitarse en sueños.
Puede ver, con todaclaridad, la casa de los Jarvis, aunque no tiene ni idea de que se llaman así, sabe que pueden correr peligro.
Puede ver también la extraña y ominosa presencia del hombre de su anterior pesadilla, subiendo por las escaleras hasta el primer piso de la casa, y caminando luego hasta la habitación del final del pasillo.
Puede ver como el hombre se gira y sonríe con una sonrisa perfecta de dientesblancos y bien alineados.
Puede ver como el hombre entra en la habitación y, acercándose al lecho donde duerme la joven Madeleine Jarvis, le susurra algo al oído.
Puede ver como la joven se sienta al borde de su cama, rompe el vaso de cristal que tiene sobre la mesita y, con un rápido y letal movimiento, se corta las venas de las muñecas y la garganta.
Ahogando el grito que pugna no salir deentre sus labios, Tawny se alza en su lecho y enciende la luz de la mesita.
Después, procurando no hacer ningún ruido para no despertar a los demás huéspedes del motel, sale de la habitación y baja a recepción, donde Theresa Klein fuma un cigarrillo, mientras espera posibles clientes, aunque sin demasiadas esperanzas.
-Hola, jovencita, ¿pasa algo? No tienes buen aspecto.
-¿Puedo llamar porteléfono?
-¿Eh? Claro, claro. Mientras no sea a New York.
-No. Creo que es local –ante la extrañeza de su anfitriona, Tawny coge la guía telefónica y busca el teléfono del número 34 de la calle Oak, en Rock Bridge.
En casa de los Jarvis suena el teléfono hasta cuatro veces antes de que un adormilado Stwart Jarvis se levante y lo coja.
-¿Quién demonios llama a las dos de la madrugada? Le advierto que sise trata de una broma...
-Escúcheme, por favor. Es muy importante. Si tiene una hija adolescente, vigílela; puede que corra peligro.
-¡Señorita, déme su nombre! Ahora mismo voy a llamar al Sheriff y voy a hacer que la meta entre rejas por molestar a personas honradas con tonterías –dicho esto, Stwart Jarvis, cuelga el teléfono con un furioso golpe. No ha querido escuchar el resto de lo que...