Texto francés
Era un hombre de hábitos; gustaba de asomarse a la ventana cada madrugada a las seis de la mañana, allí estaba puntual y doce horas después también, se esculcaba los bolsillos sinquitar la vista y sacaba su encendedor junto con una cajetilla de cigarrillos, se podía decir que la comida quemada daba menos humo. ¡Fumaba como chimenea! No me aguantaba ese hedor y las nubes querecorrían la sala y se posaban como una atmósfera más. Los primeros días parecía un sujeto agradable, por algo lo acepté para vivir conmigo, a excepción del olor, era cordial. Le gustaba mantenerse deazulejo (se tenir a carreau), un hombre callado, meditabundo, sino me hubiese dicho que era un empresario en alguna de esas agencias de publicidad, pensaría que es un poeta al margen de la vida.Aunque tenía esa manía de tener todo en orden, minuciosamente organizado, no se le escapaba un solo detalle. Pero había algo en su habitación que me molestaba. No, no me molestaba. Elevaba mis nervios,hervía mi sangre y cada vez que lo veía, tenía el corazón en la mano. Era una figura de una gata de patas blancas como la nieve, al igual su pecho y espalda, aunque su cola y cabeza eran oscuras, casi...
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