Textos En Ingles
Nunca me paré a pensar cómo sería, aunque todo ser humano sabe que debe suceder.
Mi historia comienza el día que me diagnosticaron eso que se llama “cáncer”, pero no solo cáncer, no, tenía que ser en fase terminal. Por lo que yo pude entender, una célula de mi pulmón se había vuelto loca y se había instalado en el riñón izquierdo afectándolos de manera irreparable.
Yo nosupe qué decir, no reaccioné, lo único que se me ocurrió fue llamar a mi hija Lola (la única que tengo) que negó totalmente la situación diciendo que no me habría enterado bien de aquello que me dijo el médico. A partir de este momento comenzó un ir y venir de consulta en consulta. Nuevos médicos, palabras técnicas, nuevas terapias,… hasta que alguien corroborara que existía un ápice de esperanza.Ella se encargaba de hablar con los médicos y a mí no me llegaba apenas ninguna información, lo que me desesperaba.
Siempre había sido un competidor nato y mi corazón latía tan fuerte que, a veces, hasta lograba despertarme de un tranquilo sueño.
Todo lo que había hecho en mi vida fue con tanta pasión e ímpetu que hasta mi padre pensaba que me volvería loco si no lograba controlar los impulsosque sentía al querer hacer inmediatamente todo lo que se me pasaba por la cabeza.
Sin embargo, mi madre siempre apoyó las “locuras” que yo podía llegar a hacer. Por ejemplo, quitar todas las poteras del olivar de la familia, con 8.000 m2, en un solo día, aunque acabara tan agotado que al día siguiente no fuera persona.
La enfermedad me la detectaron por casualidad. Ocurrió que mi hija me llamóuna tarde y me notó la voz un poco ronca (según ella muy ronca) y se empeñó en que tenía que ir al médico ya que decía que nunca me había cuidado y ya iba siendo hora de hacerlo. Yo le dije que era un simple resfriado, pero ella me hizo prometerle que iría al doctor al día siguiente.
Después de colgar el teléfono pensé que iría, porque siempre me vacuno de la gripe en octubre y este año se me pasó.Además hace unos días notaba raras molestias de espalda y algo de presión en el pecho que yo achacaba a mis nervios y no les di importancia.
Pues sí, no había reaccionado. Los días para mí eran vidas. Cada mañana que amanecía era otra vida, olvidaba la anterior y comenzaba una nueva, con las enormes inquietudes que conlleva vivir algo nuevo.
Los doctores, todos muy amables y con un trato haciamí como si no supiera nada, como si fuera un chico adolescente (así me sentía), acordaron mi nuevo tratamiento, la quimioterapia. Me explicaron que iba a experimentar unos signos y síntomas no muy agradables, por así decirlo.
Recuerdo todo esto como la única etapa de mi vida en la que he llevado, más o menos un día a día metódico, ordenado y con un seguimiento firme de mi propio ser y miexistencia, de saber quién soy, dónde despierto por la mañana, cuál es el horario del desayuno, la comida o la cena y se he ido al baño a orinar o a hacer… bueno ya sabéis.
Siempre me había sentido un ser muy especial, aunque nadie se hubiera dado cuenta, ni tan siquiera la “santa” de mi mujer, que pensaba que estaba un poco majara, aunque no fuera “mala gente”.
Tenía tantas cosas en la cabeza, aunqueno fueran grandes proyectos que ahora me planteaba si merecía la pena llevarlos a cabo.
Empezó para mí una época triste, llena de reproches y humillaciones conmigo mismo. El doctor Aguirre, mi oncólogo, decidió derivarme al equipo de cuidados paliativos que, como él me comentó, “ellos entenderían mejor mi situación”.
Pero, ¿cómo iban a entender un grupo de “tituladillos” mi situación? ¿Cómo ibana entender que necesitaba conocer a mi nieto de mi sangre que nacería en tres meses del vientre de lo que yo más quería en el mundo?
A pesar de ello, me presenté en la consulta el día concertado. He salido a la calle con un frío glacial y he esperado junto a una parada de autobús a que llegara para ir al hospital que está a más de una hora de aquí. No me apetecía arreglarme, mi aspecto era...
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