The Garden Party
FIESTA EN
JARDÍN
KATHERINE
MANSFIELD
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LA
FIESTA
EN
EL
JARDÍN
Y después de todo el tiempo era ideal. No
habrían tenido un día más perfecto para una fiesta
en el ,jardín aun si lo hubiesen encargado. Sin
viento, cálido, el cielo sin una nube.Sólo el azul
llevaba un velo de vaporosa luz dorada, como
sucede a veces en los primeros días de verano. El
jardinero había estado despierto desde la madrugada,
cortando el césped y rastrillando, hasta que el verde
y los oscuros y chatos rosetones donde habían
estado las matas de margaritas parecían brillar. En
cuanto a las rosas, uno no podía evitar la sensación
de que entendían que lasrosas son las únicas flores
que impresionan a la gente en las fiestas de jardín;
las únicas flores que todos están seguros de conocer.
Cientos, sí, literalmente cientos, habían brotado en
una sola noche; los verdes arbustos se inclinaban
como si hubiesen sido visitados por arcángeles.
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KATHERINE
MANSFIELD
El desayuno no había terminado cuando
llegaron los hombres para colocarla marquesina.
-Mamá, ¿dónde quieres que pongan la
marquesina?
-Mi querida, es inútil preguntarme nada. Estoy
decidida a dejar todo en manos de ustedes, los
niños, este año. Olvídense de que soy su madre.
Trátenme como un invitado de honor.
Pero Meg no podía de ningún modo ir a vigilar a
los hombres. Se había lavado el pelo antes del
desayuno y estaba sentada tomando el café con unturbante verde, y un rizo oscuro y mojado
estampado en cada mejilla. Josey, la mariposa, bajaba
siempre en enagua de seda y con una chaqueta al
estilo kimono.
Allí voló Laura, aún con su trozo de pan y
manteca en la mano. Era tan maravilloso tener una
excusa para comer afuera y, además, le encantaba
tener que arreglar cosas. Siempre le parecía que
podía hacerlo mejor que nadie. Cuatro hombres enmangas de camisa estaban juntos en el sendero del
jardín. Llevaban astas cubiertas con rollos de lona y
grandes bolsos de herramientas colgados a las
espaldas. Impresionaban. Laura deseó ahora no estar
con aquel trozo de pan y manteca en la mano, pero
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LA
FIESTA
EN
EL
JARDÍN
no había dónde ponerlo y de ninguna manera podía
tirarlo.
Se sonrojó y trató de parecer severay hasta un
poco corta de vista al acercarse a ellos.
-Buenos días -dijo, imitando la voz de su madre.
Pero sonaba tan terriblemente afectado, que tuvo
vergüenza, y tartamudeó como una niñita-. Oh... er...
han venido... ¿es por la marquesina?
-Eso es, señorita -dijo el más alto de los
hombres, un individuo delgado y pecoso y corrió su
bolso de herramientas, tiró para atrás con un golpe
susombrero de paja y le sonrió desde arriba:- Eso
es.
Su sonrisa era tan fácil, tan amistosa, que Laura
se repuso. Qué bonitos ojos tenía, pequeños, ¡pero
tan azules! Y ahora miraba a los otros, que también
sonreían. "Alégrese, no la vamos a morder", parecía
decir su sonrisa. ¡Qué trabajadores más simpáticos!
¡Y qué hermosa mañana! No tenía que mencionar la
mañana; debía parecer una mujer denegocios. La
marquesina.
-Bien, ¿qué tal el prado de lilas? ¿Servirá?
Y señaló el lugar con la mano en la que no
sostenía el pan con manteca. Se volvieron, miraron
en esa dirección. Un individuo gordito sacó el labio
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KATHERINE
MANSFIELD
inferior hacia adelante y el hombre alto frunció el
ceño.
-No me parece -dijo-. No se ve lo suficiente.
Mire, cuando se trata de algo comouna
marquesina... -y se volvió hacia Laura con su manera
fácil-, usted la pone en algún lugar que dé en el ojo,
si me entiende lo que digo.
La educación de Laura le hizo preguntarse por
un momento si era o no respetuoso que un
trabajador le hablara de dar en el ojo. Pero lo
entendía perfectamente.
-En una esquina de la cancha de tenis -sugirió
ella. Pero en otra va a estar la banda.
-Hm,...
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