the maze runner
Maze Runner 3
MAZE RUNNER
LA CURA MORTAL
JAMES DASHNER
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James Dashner
Maze Runner 3
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Fue el olor lo que comenzó a enloquecer a Thomas.
No el estar solo durante más de tres semanas. Ni el blanco de las paredes, el
techo y el piso. No fue la falta de ventanas o el hecho de que nunca apagaran las luces.
Nada de eso. Le habían quitado el reloj; le daban lamisma comida tres veces por día: un
trozo de jamón, puré de papa, zanahorias crudas, una rebanada de pan y agua; no le
hablaban ni permitían que nadie ingresara en la habitación. No había libros ni películas ni
juegos.
El aislamiento era total. Ya habían pasado más de tres semanas, aunque había
comenzado a dudar de su registro del tiempo, que era puramente instintivo. Trató de
calcularcuándo se había hecho de noche y asegurarse así de dormir una cantidad de
horas normal. Las comidas ayudaban, a pesar de que no parecían llegar en forma regular.
Como si quisieran desorientarlo deliberadamente.
Solo. En una habitación de paredes acolchadas, desprovista de color con
excepción de un pequeño retrete de acero inoxidable escondido en el rincón y un viejo
escritorio de madera, de ningunautilidad para Thomas. Solo, en medio de un silencio
insoportable, con tiempo ilimitado para pensar en la enfermedad arraigada en su interior:
la Llamarada, ese virus mudo y sigiloso que se llevaba lentamente todo lo que había de
humano en una persona.
Nada de eso lo volvió loco.
Pero él apestaba y, por algún motivo, eso convertía sus nervios en púas filosas
que atravesaban la solidez de sucordura. No lo dejaban darse una ducha, desde su
llegada no le habían proporcionado una muda de ropa ni algo con lo cual higienizarse el
cuerpo. Un simple trapo habría bastado.
Podría haberlo mojado en el agua que le daban para beber y al menos limpiarse el
rostro. Pero no tenía nada más que la ropa sucia que llevaba cuando lo encerraron. Ni
siquiera una cama: dormía acurrucado contra elrincón de la habitación, con los brazos
cruzados, intentando atrapar un poco de calor, temblando de vez en cuando.
No entendía por qué el hedor de su propio cuerpo era lo que más lo asustaba. Tal
vez porque era la señal de que había perdido el juicio. Pero, por alguna extraña razón, el
deterioro de su higiene presionaba su cerebro, provocándole pensamientos horrendos.
Como si se estuvierapudriendo, como si sus entrañas estuvieran descomponiéndose al
igual que el exterior.
Por irracional que pareciera, esa era su gran preocupación. Tenía comida en
abundancia y agua suficiente para saciar la sed; lograba descansar bien y hacer ejercicio
en la pequeña habitación. Con frecuencia corría en el mismo lugar durante horas. La
lógica le decía que estar sucio no tenía por qué afectar laresistencia del corazón o el
funcionamiento de los pulmones. Sin embargo, su mente había comenzado a creer que su
persistente mal olor representaba la irrupción de la muerte, que estaba a punto de
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devorarlo entero.
A su vez, esos pensamientos tenebrosos lo habían llevado a cuestionarse si,
después de todo, Teresa no habría mentido la última vez que hablaron,cuando dijo que
era muy tarde para Thomas y enfatizó que había sucumbido rápidamente a la Llamarada
y se había vuelto loco y violento. Que él ya había perdido la razón antes de llegar a ese
espantoso lugar. Hasta Brenda le había advertido que las cosas se iban a poner
complicadas para él. Quizá las dos habían estado en lo cierto.
Y
por debajo de esas maquinaciones yacía la preocupación porsus amigos.
¿Qué les había sucedido? ¿Dónde se encontraban? ¿Qué estaba haciendo la Llamarada
con sus mentes? Después de las torturas a las que habían sido sometidos, ¿acaso ese
era el final?
La furia se deslizó en su interior como una rata temblorosa buscando un sitio
cálido, unas migajas. Y con el transcurso de los días fue brotando una ira de tal intensidad
que Thomas se encontró a...
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