The witcher - geralt de rivia el ultimo deseo

Páginas: 382 (95497 palabras) Publicado: 19 de marzo de 2012
Andrzej Sapkowski

El último deseo
La saga de Geralt de Rivia Libro I

Traducción de José María Faraldo

BIBLIÓPOLIS fantástica

Título original: Ostatnie Zyczenie Traducción de José María Faraldo Ilustración de cubierta: Roberto Uriel / DPI Comunicación Diseño de cubierta: Alberto Cairo Colección Bibliópolis Fantástica n° 1 Primera edición: noviembre de 2002 © 1993 Andrzej SapkowskiPublished by arrangement with Literary Agency «Agence de L'Est» © 2002 José María Faraldo por la traducción © 2002 BIBLIÓPOLIS Luis G. Prado, editor Gta. López de Hoyos, 5 28002 - Madrid www.bibliopolis.org ISBN: 84-932836-1-4 Depósito legal: M-43975-2002 Impreso por Gráficas An-ya c/ Fereluz, 21-23. 28039 - Madrid Impreso en España Printed in Spain

2

La voz de la razón 1
Vino a él alromper el alba. Entró con mucho cuidado, sin decir nada, caminando silenciosamente, deslizándose por la habitación como un espectro, como una visión, el único sonido que acompañaba sus movimientos lo producía el albornoz al rozar la piel desnuda. Y sin embargo, justo este sonido tan débil, casi inaudible, despertó al brujo. O puede que sólo le sacara de una duermevela en la que se acunaba monótono,como si estuviera en las profundidades insondables, colgando entre el fondo y la superficie de un mar en calma, entre masas de sargazos ligeramente movidos por las olas. No se movió, no pestañeó siquiera. La chica se acercó, se quitó el albornoz despacito, vacilando apoyó la rodilla doblada en el borde de la cama. Él la observó por debajo de las pestañas casi cerradas, fingiendo que aún dormía. Lamuchacha se subió con cuidado al lecho, encima de él, apretándole entre sus muslos. Apoyada en los brazos abiertos le rozó ligeramente el rostro con unos cabellos que olían a manzanilla. Decidida y como impaciente, se inclinó, tocó con la punta de sus pechos sus párpados, sus mejillas, su boca. Él se sonrió, asiéndola por los hombros con un movimiento muy lento, muy cuidadoso, muy delicado. Ella seirguió, huyendo de sus dedos, resplandeciente, iluminada, difuminado su brillo en la claridad nebulosa del amanecer. Él se movió, manteniendo la presión de ambas manos le impedía suavemente cambiar de posición. Pero ella, con movimientos de caderas muy decididos, le exigió respuesta. Él respondió. Ella cesó de intentar escaparse de sus manos, echó la cabeza hacia atrás, dejó caer sus cabellos. Supiel estaba fría y era sorprendentemente lisa. Los ojos que contempló cuando acercó el rostro a su rostro eran grandes y oscuros como los ojos de una ninfa. El balanceo le sumergió en un mar de manzanilla que le agitaba y le murmuraba, embargándole de paz.

3

El brujo

I
Después dijeron que aquel hombre había venido desde el norte por la Puerta de los Cordeleros. Entró a pie, llevando delas riendas a su caballo. Era por la tarde y los tenderetes de los cordeleros y de los talabarteros estaban ya cerrados y la callejuela se encontraba vacía. La tarde era calurosa pero aquel hombre traía un capote negro sobre los hombros. Llamaba la atención. Se detuvo ante la venta del Viejo Narakort, se mantuvo de pie un instante, escuchó el rumor de las voces. La venta, como de costumbre aaquella hora, estaba llena de gente. El desconocido no entró en el Viejo Narakort. Condujo el caballo más adelante, hacia el final de la calle. Allí había otra taberna, más pequeña, llamada El Zorro. Estaba casi vacía. Aquella taberna no gozaba de la mejor fama. El ventero sacó la cabeza de un cuenco con pepinillos en vinagre y dirigió su mirada hacia el huésped. El extraño, todavía con el capotepuesto, estaba de pie frente al mostrador, rígido, inmóvil, en silencio. —¿Qué va a ser? —Cerveza —dijo el desconocido. Tenía una voz desagradable. El posadero se limpió las manos en el delantal de tela y llenó una jarra de barro. La jarra estaba desportillada. El desconocido no era viejo, pero tenía los cabellos completamente blancos. Por debajo del abrigo llevaba una raída almilla de cuero, anudada...
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