Ti amo
Capítulo 1: El lado oscuro de la felicidad
Era un hecho, la primavera le golpeaba las puertas al invierno,
para que este le deje paso… si, para mi gusto, la primavera, la
mejor estación del año. Tengo tantos argumentos que sostienen
esta postura, la cual no solo me involucra a mi, si no, se que a
muchísimas personas más. No voy a detenerme demasiado , basta con decir que es la mejor estación a mi parecer por el solo
hecho de saber que las flores reaparecen, que el pasto ya no se
torna blanco por las mañanas y tiene ese verde tan intenso que
transmite paz y alegría.
Otras de las cosas por las que me gusta tiene que ver con que
siempre creí, creo y creeré, que en esa época del año florece el amor. Algo raro, porque no hay epoca para semejante
sentimiento, me he auto cuestionado por creer en eso, sin
embargo, sigo pensando igual.
12 de septiembre de 2001 un dia como todos los demás, los
rayos de sol, tan radiantes y hercúleos como nunca, entraban
por mi ventana. Daba la justa casualidad que una de las
pequeñas aberturas de aquella vieja y robusta persiana dirigía una línea de luz hacia el parpado de mi ojo derecho. El
despertador no había funcionado, era de esperarse obviamente,
había pasado por toda la familia de mi papá y mucho futuro no le
quedaba, sin embargo en honor y memoria a mi padre lo
conservaria hasta que me muera, y luego algun dia le
pertenecería a mis hijos.
Recuerdo que no tarde ni 10 minutos en levantarme de la cama,
vestirme y desayunar, sentía que me esperaba un gran dia. Salí del apartamento, el cual no era de mi pertenencia, pues lo
alquilaba. Subí a mi coche y me dirigí hacia mi oficina ubicada
en el edificio Ricardo Gomes uno de los más grandes de la
ciudad con 34 pisos, estaba situado sobre la calle 17 Seccional,
mi trabajo era el de relaciones públicas. Por lo general no soy un
hombre estático no puedo estar en un solo lugar, primero mi trabajo no me lo permitía, ya que solía recibir alrededor de 40
llamadas por día, por medio de las cuales me pasaban
direcciones donde se llevaban a cabo reuniones, a las que tenía
que asistir para resolver los problemas de mi empresa.
Segundo no me agrada estar en un solo lugar, sentado, mirando
por la ventana del onceavo piso que ocurre afuera, dejando pasar la vida como si tuviéramos la oportunidad de vivirla más
de una vez, no, eso no iba conmigo, necesitaba estar todo el
tiempo haciendo algo, no solo que mi cuerpo se mantuviera
ocupado, sino también mi mente. Sentía constantemente la
necesidad de darle sentido a mi vida, de hacer cosas las cuales
me gustan, necesitaba no solo vivirla , sino también disfrutarla.
Recuerdo que ese 12 de Septiembre tuve alrededor de 15 reuniones, me encontraba ante personas que no tenían ni idea de
porqué estaban ahí, lo único que hacían era sentarse alrededor
de una mesa, usar el celular y asintir todo el tiempo antes los
discursos que se les presentaba, me parecen tan irrespetuosas
las personas que no te miran cuando les hablas. Es como una
acción de desprecio la cual le quita interés a lo que estás aportando ya sea en materia de trabajo, o de lo fuere que se
estuviera hablando.
Se acercaban las 18:00 p.m, mi dia de trabajo ya terminaba, por
supuesto que no estaba en mi oficina encerrado esperando algún
llamado, claro que no, me encontraba en una plaza cercana a la
calle 17 observando el trabajo de muchos artesanos de la zona.
Hubo algo que me llamó mucho la atención, y fue como un hombre de casi unos 80 años de edad corría alrededor de la
plaza jugando con su nieto, esa imagen me quedó grabada,
congele ese momento en el cual dos comisuras se formaron en
mis mejillas acoplando así una gran sonrisa, que por cierto, no
era sólo superficial, sino que salía desde lo profundo de mi
corazón.
Todo iba bien hasta el momento en que sonó mi celular, ...
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