Ti hijo tu espejo
-Conduce con cuidado -dijo ella, como siempre, viéndole partir con los ojosllenos de amor.
Decidido a quedarme para proteger a mamá y Cindy, pugné contra el sueño que empezaba a invadirme. Cada vez que alzaba la mirada veía a Bart en el columpio, con sus ojos oscuros mirandovagamente al vacío, meciéndose levemente, no más de lo que hubiese podido moverle el viento.
-Voy a acostar a Cindy, Jory -dijo mamá. Después llamó a Bart-: Es hora de acostarse. Entraré a vertedentro de unos minutos. Cepíllate los dientes y lávate las manos y la cara. Te hemos guardado una ración de pastel para que la comas antes de lavarte los dientes.
Ninguna respuesta llegó desde elcolumpio, pero Bart se puso en pie torpemente, se detuvo para mirar sus pies descalzos y volvió a pararse para mirarse las manos, arreglarse el Pijama y contemplar el cielo y los montes lejanos. Dentro dela casa, anduvo distraídamente de un lado a otro, levantando un objeto, dándole la vuelta para observar la parte inferior y, depositándolo de nuevo en su sitio. Un barquito veneciano de cristalretuvo su atención por un instante; después pareció quedar petrificado ante una linda bailarina de porcelana. Era una figurita que mamá había regalado al doctor Paul después de casarse con mi padre; enmuchos aspectos, esa bailarina debía parecerse a mamá cuando era muy joven.
Cuidadosamente, levantó la delicada figurita con su falda de gasa flotante y sus frágiles y pálidos brazos y piernas. Le diola vuelta y miró la inscripción del pie. «Limoges» se leía, y yo también la vi. Luego acarició los cabellos dorados recogidos en suaves ondas hacia atrás y sujetos con rositas rojas.
Después,...
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