TINCHO DE LA PAMPA

Había una vez, en un lejano reino del Sur, un
príncipe que al llegar a su tierna juventud, decidió
conocer sus tierras y comarcas.
En realidad, se trataba del Príncipe Potro, con
sus crines enruladas y su pelaje canela que reinaba
en el Reino de las Pampas.
Sus tierras eran tan extensas que tenía que
galopar por paisajes de llanura, donde los
atardeceres nunca se acaban, donde las nubes
formanrondas y juegan con los rayos del sol.
Atravesaba bosques de tipas, jacarandás, acacias
y álamos que lo saludaban con sus ramas cuando
pasaba veloz, como el viento Pampero.
Al llegar a los esteros, donde flotaban abundantes
irupés, se detenía para beber agua del rio Paraná.
Sobre estas flores blancas vivían, minúsculas
hadas azuladas que hablaban guaraní.
Las hadas preferían cabalgar sobre laslibélulas
tornasoladas ya que hacía mucho calor para
desplegar sus propias alas.

Tomaron mate con el Príncipe, y le contaron que
la familia Yacaré se había agrandado con la
llegada de los mellizos Poi-pora y Tulé-glotón.
Pasando por el Norte, los tatú-carreta, lo
convidaron con empanadas picantitas y bailaron el
carnavalito. Los guanacos y las llamas le
regalaron un poncho de muchos colores porque enesas altitudes hacia mucho frío.
El caballito bajó al trote, el Cerro de los 7 colores,
y desde allí galopó por la inmensidad agreste de
la comarca de los Patagones.
Como estaba muy cansado, los arrayanes le
ofrecieron sus hojas para dormir en un mullido
colchón vegetal. Los zorros y las liebres - que en
ese entonces eran amigos - le prepararon unas
tostadas de avena crocante y unos hongos paraseguir el viaje hacia el Extremo Sur.
El potrillo galopaba, diciéndose que nunca
llegaría….
En medio de las piedras y al borde del camino,
una tortuga mapuche le indicó un atajo para llegar

mas rápido.
En la noche nítida y fresca, él se guiaba mirando
la Cruz del Sur, unas estrellas brillantes. Así llego
donde vivían los pingüinos y las ballenas.
Todos allí estaban sin saber qué hacer ypreocupados. Una ballena negra, que había
migrado se quejaba de su dolor de muela. Para
curarla, el Príncipe Potro, se quitó del codo, una
especie de piel dura que tienen todos los caballos.
Colocó el trocito de piel en la muela de Nmeyié.
Como por arte de magia, el dolor de la ballena
desapareció.
Para agradecerle, Nmeyié, que vivía del otro lado
del Océano, le propuso viajar sobre su ancho lomo
y hacerleconocer el Reino del Medio.

Tincho, que era el nombre del potro principe, ya
había oído hablar del coraje de lo leones, de la
robustez de los rinocerontes y de los fantásticos
paisajes de aquellas tierras lejanas.

Nmeyié le contó que le presentaría a su tía elefanta
que sabía hacer hechizos y a unos caballos
rayados, seguramente parientes de él, las zebras.
Tardaron tres días en cruzar elOcéano. Gracias a
las veloces corrientes, la ballena se deslizaba entre
las espumosas olas mientras que Tincho dormía un
poco mareado sobre su lomo.
Las gaviotas le traían algunas hierbas de las islas
cercanas para alimentarlo. Al divisar por fin el
horizonte, el caballito se puso muy contento ya que
a los caballos no les gusta mucho navegar.
En las playas de aquel exótico reino, lo estaban
esperandodos simpáticas lagartijas zulus que
entonaron una melodía con ritmo para darle la
bienvenida.
Las lagartijas, tenían escamas verdes, enormes y
brillantes, como esmeraldas. Se rascaban la panza
mientras hablaban en zulu, pero Tincho
comprendía, porque los animales hablan todos los
idiomas. El potrillo descansó en tierra firme para
reponerse de semejante travesía.

Al despertarse, comenzó a darsecuenta de lo
diferente que eran aquellas tierras de la suya. En
los árboles de copas exuberantes, vivían unos
monos parlanchines que se intercambiaban mangos
y paltas.
Las mariposas vinieron a ofrecerle un poco de
néctar y él quedó asombrado delante de los
extraordinarios colores de sus enormes alas.
Trotando llegó hasta la selva, donde Gbago, la
elefanta hechizera curaba a los animales. Llevaba...