Todo

Todos nos hemos sentido incomprendidos dentro de nuestra familia, como si fuésemos adoptados por extraterrestres que no entendieran nuestro idioma. Siempre hay motivos quesustentan eso, ser el mayor de la generación y tener 200 primos chiquitos, ser el menor y tener que lidiar con padres que añoran lo perfectos que fueron nuestros hermanos mayores, ser eldel medio y no estar de ningún bando: muy pequeño para estar con los “grandes” y muy viejo para estar con los chiquitos viendo backyardigans… Sin embargo, creo que hay un punto enel que toda esta locura cambia, en el que finalmente te das cuenta de que la mayoría de los seres humanos pensamos igual, aunque parezcamos tan distintos.

La entrada a la“madurez”, a esa inesperada adolescencia de alguna u otra forma acaba siendo muy genérica: se empieza a dejar de ser un radiecito paralanchín para ir cerrando la boca, pensar en quépiensan los otros, preferir no ver a muchas personas, buscar afanadamente gente que se te parezca… Y en el ámbito familiar es donde más uno se siente desubicado pues aunque algunos yahayan pasado por la adolescencia jamás se acordarán de ello y tratarán siempre de reprocharte los cambios de humor que todo ser tiene, bebé, joven o viejo, sólo que es a nuestroestado (pubertad) que se le atribuye.

Cada familia tiene sus locuras, pero particularmente, cada cual tiene sus rarezas. Una familia de puras mujeres (5 hermanas, 15 primas), dondela menor tiene un par de semanas y la mayor tan sólo 17 años quizá no parezca malo, y es que no lo es, no del todo; no hay problema para hablar de ciclos menstruales, de tocarselos senos, de sacarse las espinillas y los puntos negros en frente de todas… Es como una gran pijamada donde todas son familia. Pero el punto de la comprensión es uno muy distinto.