todos, cualquiera.
Básicamente, dos son los argumentos con que se relega a las funciones fática y metalingüística, que es la queahora nos interesa, a la categoría de secundarias:
a) la ausencia de rasgos formales que permitan identificarlas inequívocamente; y
b) la imposibilidad de aislar en los enunciados una función fáticao metalingüística en rigor diferenciada de verdad de la apelativa y referencial, respectivamente.
En efecto, reducida al metalenguaje9, la función metalingüística (en adelante, FM) queda limitadaa ciertas estructuras típicas como la mención (“Bolígrafo es lo que yo he dicho”) o la llamada frase ecuacional, típica de las definiciones (“La mesa es un objeto de cuatro patas”); estructuras, comose ve, en nada diferentes de “Bolígrafo es lo que yo necesito” y “La mesa es un objeto bonito”, si no es con criterios estrictamente semánticos. Así, pues, desde el punto de vista formal, parece quese trata de un uso particular de la función referencial o representativa en el que se toma como referente al propio lenguaje (en lugar de una realidad extralingüística).
Esta reducción esseguramente la principal responsable del abandono en que se ha tenido el estudio de esta función y de su minusvaloración (sorprendería comprobar lo poco que se habla de ella en la literatura lingüística, hastadonde hemos podido conocer), sobre todo teniendo en cuenta que no hay -que sepamos- ningún impedimento “teórico” explícito ni sugerido en Jakobson, su introductor, y referencia imprescindible en los...
Regístrate para leer el documento completo.