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Esteban Echeverría
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odio entrañable a los salvajes unitarios, enemigos de Dios y de los
hombres. El Restaurador contestó a la arenga rinforzando sobre el
mismo tema y concluyó la ceremonia con loscorrespondientes vivas y
vociferaciones de los espectadores y actores. Es de creer que el
Restaurador tuviese permiso especial de su Ilustrísima para no
abstenerse de carne, porque siendo tan buenobservador de las leyes,
tan buen católico y tan acérrimo protector de la religión, no hubiera
dado mal ejemplo aceptando semejante regalo en día santo.
Siguió la matanza, y en un cuarto de horacuarenta y nueve novillos
se hallan tendidos en la playa del matadero, desollados unos, los otros
por desollar. El espectáculo que ofrecía entonces era animado y
pintoresco aunque reunía todo lohorriblemente feo, inmundo y
deforme de una pequeña clase proletaria peculiar del Río de la Plata.
Pero para que el lector pueda percibirlo a un golpe de ojo, preciso es
hacer un croquis de lalocalidad.
El matadero de la Convalecencia o del Alto, sito en las quintas al
sud de la ciudad, es una gran playa en forma rectangular colocada al
extremo de dos calles, una de las cuales allí se termina yla otra se
prolonga hacia el este. Esta playa, con declive al sud, está cortada por
un zanjón labrado por la corriente de las aguas pluviales, en cuyos
bordes laterales se muestran innumerablescuevas de ratones y cuyo
cauce recoge, en tiempo de lluvia, toda la sangrasa seca o reciente del
matadero. En la junción del ángulo recto hacia el oeste está lo que
llaman la casilla, edificio bajo,...
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