toma del palacio de justicia
Para los que vivimos de cerca uno de los momentos mas aciagos en la historia de nuestra democracia, como lo fue el ataque terrorista al Palacio de Justicia, noescomprensible como los responsables de esa atrocidad se han valido del tiempo, y con el del olvido, para librar su responsabilidad y trasladarla a quienes menos la deben asumir, nuestras FuerzasMilitares.Este penoso hecho aconteció el miércoles 6 de noviembre de 1985, después de ser promulgada la ley de amnistía en noviembre de 1982 con la que se concedió libertad a 1680guerrilleros, luego de seraprobada la ley de indulto de junio de 1985 y con posterioridad a los acuerdos de cese al fuego suscritos entre el gobierno y el M-19, las FARC y el EPL. Varias decenas deterroristas instruidos enel exterior ingresaron al Palacio de Justicia al mando de Andrés Almarales, guerrillero indultado por el presidente Betancur y representante del M-19 en el pacto de tregua yalto al fuego. Este actoextremista efectuado por el movimiento 19 de Abril tenía varios propósitos. Uno de ellos, el incendiar los archivos en donde estaban los expedientes de los procesosjudiciales encaminados a extraditar alos Estados Unidos a los mas grandes capos del narcotráfico. En ese dramático instante el país político se acordó de las Fuerzas Militares, rezagadas a unsegundo plano desde que comenzó el gobiernodel “cambio con equidad”, ignoradas pese alas denuncias sobre las verdaderas intenciones de los terroristas que, para mediados del año 85, ya habíancreado la Coordinadora Nacional Guerrillera yolvidadas en sus requerimientos de profesionalización para enfrentar al terrorismo y al narcotráfico, que en ese instante consumaban un matrimoniomaldito. Aun así, el Ejército debió salir a responder elcobarde ataque en el que murieron a manos de los criminales bandidos, sus rehenes, quienes habían desestimado las amenazas de muerte.
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