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SEGUNDA PARTE

El mundo eurocéntrico (1900-1945)

8. Los imperios coloniales europeos

WM. ROGER LOUIS

A comienzos del siglo xx, se relacionaba a los imperios coloniales con ideas de grandeza nacional, competitividad y supervivencia de los más aptos. Los diferentes colores de los mapas en vastas zonas de Asia y África simbolizaban el poderíonacional, el prestigio y el destino. Las colonias parecían fortalecer el carácter nacional y resumir la gloria nacional. Había que civilizar a los «indígenas», mientras que las materias primas y otros recursos de las colonias debían beneficiar a la economía de la metrópoli. Pero las ideas populares no eran por entero optimistas o benéficas. Los avances tecnológicos hacían más fácil creer en el progresohumano en todo el mundo, y pese a ello la humanidad parecía atrapada en una lucha evolucionista.

Sólo las naciones más aptas y los imperios más aptos sobrevivirían. Las grandes potencias debían poseer grandes imperios, a costa, si fuese necesario, de imperios menores. Antes de 1914, el ministro de Asuntos Exteriores británico, sir Edward Grey, calíficó las colonias portuguesas de «cloacas deiniquidad» y pensaba que era sólo cuestión de tiempo que Alemania y Gran Bretaña se las repartieran. Las posesiones de las potencias coloniales menores se verían absorbidas por las más fuertes, del mismo modo que los territorios de las naciones «moribundas», como Turquía y China, serían anexionados por los países europeos más viriles. La aspiración imperial fomentó un espíritu de implacablemilitarismo.

Los historiadores que escriban dentro de cien años, cuando se haya desvanecido el interés general por los detalles de los imperioseuropeos, seguirán registrando el fantasmagórico significado atribui-

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do, antes de 1914, a las colonias. Señalarán asimismo la frenética energía de los exploradores, aventureros, soldados, misioneros, comercíantes y administradores que, para bien opara mal, extendieron de modo tangible la influencia europea y afectaron a la vida de los no europeos en el mundo entero. Muelles, carreteras, plantaciones, vías férreas y minas surgieron en todas partes, a la vez que las mercancías y las monedas occidentales penetraban en las sociedades no europeas. En este sentido, el comienzo del siglo xx, representó un Rubicón atravesado, sin vuelta atrás. Nuncase permitiría que las sociedades índígenas continuaran su propia evolución natural, sino que se las modernizaría y, en algunos casos, se las asimilaría. El imperialismo sería el motor que arrastraría el cambio social y económico.

Cada nación con posesiones coloniales, grandes o pequeñas, no sólo creía en la necesidad del imperio, sino que albergaba también un sentimiento de superioridad comoraza gobernante y de divina misión de civilizar al mundo no europeo. Esto era, acaso, una racionalizacíón, pero fue asimismo una fuerza galvanizadora. La ética del imperio creaba su propia dinámica. Rudyard Kipling escribió sobre la misión británica: «Se nos ha asignado, a nosotros y no a otros, un deber concreto. El de llevar la luz y la civilización a los lugares oscuros del mundo, el de iluminarla mente de Asia y África con las ideas éticas de Europa, dar al tropel de millones, que de otro modo nunca conocerían la paz ni la seguridad, estas primeras condiciones del progreso humano.» En la misma vena, el más elocuente de los procónsules británicos, lord Curzon, escribió que el imperio británico era el mayor y mejor instrumento para el bien que el mundo hubiese conocido.

La creaciónde los imperios coloniales modernos fue obra de una sola generación, cuya vida se extendió desde los últimos decenios del siglo xix hasta la primera guerra mundial. Había, desde luego, antecedentes históricos. Fundamentalmente, los imperios fueron un producto de la revolución industrial y del consiguiente avance, en tecnología y armamento, de Europa respecto al resto del mundo. Europa se...