Tulio Halperin Donghi, VIDA Y MUERTE DE LA REPÚBLICA VERDADERA (19101930). Biblioteca del Pensamiento Argentino IV. Buenos Aires, Ariel Historia, 2000, 671 páginas. Un fragmento de la experiencia de la sociedad argentina, sus ideas y sus prácticas, la correspondiente a la segunda y tercera década del siglo XX, es presentada por Tulio Halperin Donghi en este nuevo volumen de la Biblioteca delPensamiento Argentino. Como en los casos los anteriores, incluye un conjunto de textos y una extensa introducción de más de doscientas páginas, que no es un simple prólogo: el autor desarrolla un argumento propio, adecuadamente complejo, y los textos seleccionados funcionan como apoyatura o probatoria de aquél. En ellos, las voces destacadas se mezclan con otras de menor relieve, a las que se apelapara contextuarlas, relativizarlas o simplemente desmentirlas. Los textos están seleccionados y recortados en función del ensayo preliminar, pero en la mayoría de los casos son lo suficientemente ricos y complejos como para insinuar –y a veces más que eso- caminos de lectura e interpretación diferentes. Otro rasgo de esta colección es que, tras la amplia apelación al Pensamiento, hay un interéscentral y casi exclusivo en la política, la pensada y también la simplemente practicada. En este volumen, el título remite la clásica distinción entre dos repúblicas: la “posible”, diseñada por Alberdi y vigente hasta 1916, legal, ordenada, progresista pero políticamente incorrecta, y la “verdadera”, fundada en la ley Sáenz Peña, que gana en corrección política, pero a costa de ir perdiendo elprogreso, el orden, y finalmente la ley. El razonamiento principal transcurre entre los debates, expectativas y perplejidades que acompañaron su origen, y el derrumbe de 1930, que solo a posteriori se sabría catastrófico, puesto que para muchos de sus protagonistas solo se trataba de volver al principio. En torno de esta historia discurren otras, que unas veces agregan al argumento principal y otrassiguen su propio camino. Una de esas historias se refiere a los movimientos y corrientes intelectuales, y en primer lugar a los intelectuales mismos, un conjunto de profesionales nacidos a la vida pública con el siglo, que piensan en el futuro y el pasado, son escuchados por un público amplio y expresan los cambiantes consensos de la opinión: Leopoldo Lugones, José Ingenieros, Ricardo Rojas, ManuelCarlés, Manuel Gálvez, tan diferentes en sus ideas como parecidos en su egocentrismo. Distintas corrientes animan este
2 mundo y el debate de ideas, particularmente intenso en una posguerra, que pone en cuestión las viejas certezas: el boyante nacionalismo, la crítica al positivismo, el “juvenilismo”, tan propio de la crisis cultural de la entreguerra, la utopía revolucionaria, movilizada poruna revolución soviética sobre la que se proyectan las más variadas expectativas, la Reforma Universitaria, en la que se unen de manera contradictoria la reacción espiritualista, la valoración de la juventud, el comunismo genérico y el latinoamericanismo, que deviene en indigenismo o en antiimperialismo. Finalmente –la enumeración no es exhaustiva- el vasto movimiento que revitaliza el catolicismo,le da consistencia intelectual y lo arraiga en la densa corriente antimoderna del integralismo. Por otro carril corre el registro de los cambios en la sociedad y la economía. En primer lugar, por obra de la Primera Guerra, que altera el mercado mundial, cuestiona la inserción natural del país y el papel de la agricultura y la ganadería, y empuja a mirar con nueva simpatía la subestimada industria.En ese clima confuso de la posguerra se le plantean al Estado nuevas exigencias que obligan, como nunca, a perfeccionar sus herramientas: su propio financiamiento, amenazado por los vaivenes de la recaudación aduanera, y la necesidad de orientar o regular de alguna manera las fluctuaciones de la vida económica. Ese avance del Estado resulta forzado por la decisión de las nuevas autoridades,...
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