trabajo del atletismo
El atletismo no es solamente el deporte básico y el que da origen
a otros muchos, sino también el primero que existió como tal en la
antigua Grecia; se celebraban comúnmente, en efecto, competiciones
atléticas en las festividades religiosas. Los juegos olímpicos se
iniciaron en el 776 y se prolongaron hasta el 393 a.C. cuando fueron
abolidos por el emperador romano Teodosio.
La competición atlética más antigua que se conoce es la del
“estadio”, una carrera en línea recta de unos 192m. En la historia del
atletismo destaca un saltador de longitud llamado Chionis, porque en
los juegos del año 656 a.C. obtuvo la marca más antigua que se
conoce: 7'05m. Al declinar la civilización griega, el atletismo perdió su
importancia; sin embargo, en el siglo XIX experimentó un
resurgimiento, ya definitivo, en Inglaterra, donde en 1866 se disputaron
los primeros campeonatos nacionales.
En EE.UU el atletismo tuvo una expansión paralela a la inglesa. El
primer encuentro internacional se disputó en 1895, un año antes de la restauración de los juegos olímpicos, cuando el New York Athletic Club
se enfrentó al London Athletic Club, pero hasta los juegos de Atenas
en 1896, el atletismo no recibió el empuje necesario para convertirse
en un deporte internacional. En 1913, 16 naciones fundaron en Berlín
la Federación Internacional Atlética Amateur (IAFF). La primera
asociación atlética femenina se constituyó en Francia en 1917, y la
primera de carácter internacional, la FSFI, en 1921; el grupo fundador
estaba integrado por Gran Bretaña, Francia, Checoslovaquia, Italia,
España y EE.UU.
El comité olímpico internacional no admitió la participación
femenina en los juegos hasta la edición de 1928. Poco antes de la II
guerra mundial se iniciaron importantes competiciones al margen de
los juegos olímpicos: Los juegos del imperio Británico (Actualmente
llamados juegos de La Commonwealth) en 1930, y los campeonatos
de Europa en 1934. Pero fue después del conflicto cuando el atletismo
conoció la mayor expansión de su historia. El aumento y la mejora de
las comunicaciones, el interés y la intervención de los estados en su
desarrollo y los progresos técnicos han influido decisivamente en este
salto cualitativo. Las marcas mejoraron radicalmente y se superaban
con facilidad aunque se han dado casos excepcionales como los
8'90m en salto de longitud conseguidos por el norteamericano Bob
Beamon en 1968, que no fueron superados hasta 1991. La
participación también ha ido aumentando a todos los niveles; a ello
han contribuido la incorporación de países que hasta la primera mitad
del siglo XX eran desconocidos a nivel deportivo. Al margen de
Europa, EE.UU, Australia y Nueva Zelanda, que prácticamente
monopolizaron el atletismo hasta la II guerra mundial, han surgido
numerosos atletas de clase mundial como los atletas cubanos
Juantorena, Sotomayor y Quiroi, la jamaicana Ottey y el chino
JianHua, entre otros.
Sin embargo, la mayor revolución se ha producido con la
explosión de una playa de atletas de países africanos que dominan las
carreras de fondo y mediofondo, desde los 1500m hasta el maratón:
marroquíes como Aouita, argelinos como Morceli y Bulmerka, etíopes
como H. Gebreselasie tras las huellas del legendario Abebe Bikila,
tanzanos, nigerianos y muy especialmente kenianos, se han instalado
con asiduidad en el medallero de las competiciones. En los últimos
años se han extremado las medidas para prevenir el doping, que había
tomado carta de naturaleza entre la elite mundial de los atletas: el caso ...
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