trabajo del periquillo

Páginas: 8 (1821 palabras) Publicado: 23 de septiembre de 2015
Capítulo I
Postrado en una cama muchos meses hace, batallando con los médicos y enfermedades, y esperando con resignación el día en que, cumplido el orden de la Divina Providencia, hayáis de cerrar mis ojos, queridos hijos míos, he pensado dejaros escritos los nada raros sucesos de mi vida, para que os sepáis guardar y precaver de muchos de los peligros que amenazan y aun lastiman al hombre enel discurso de sus días.
mi Patria, PadrES, nacimiEnto yPrimEra Educación
Nací en México, capital de la América Septentrional en la Nueva España. Ningunos elogios serían bastantes en mi boca para dedicarlos a mi cara patria; pero, por serlo, ningunos más sospechosos. Los que la habitan y los extranjeros que la han visto pueden hacer su panegyris más creíble, pues no tienen el estorbo de laparcialidad, cuya lente de aumento puede a veces disfrazar los defectos o poner en grande las ventajas de la patria aun a los mismos naturales; y así, dejando la descripción de México para los curiosos imparciales, digo: que nací en esta rica y populosa ciudad por los años de 1755, de unos padres no opulentos, pero no constituidos en la miseria, al mismo tiempo que eran de una limpia sangre, la que hacíanlucir y conocer por su virtud.
mi padre decidio enviarme a la escuela a peticion de mi madre, ya que ella lo habia convencido de que me enviara a la escuela enves de darme un oficio.
Mi maestro era de buen corazon pero no sabia enseñar asi que mi tio le dijo a mi padre que me enviara a otra escuela,y, haci lo hizo, mi segundo maestro era feo y pegaba mucho. Un dia un religioso convencio a mipadre de cambiarme de esa escuela por que el maestro. Era mañoso y malvado. Mi tercera escuela era bonita y muy limpia y amplia
Tambien estudie en el colegio de san ildefoso, estudie filosofia , en el bachiller.
Capítulo VIII En el que escribe Periquillo algunas aventuras que le pasaron en la hacienda y la vuelta a su casa.
El picarón de Januario no se saciaba de hacerme mal por cuantos mediospodía, y siempre fingiéndome una amistad sincera. Una tarde de un día domingo en que se toreaban unos becerros, me metió en la cabeza que entrara yo a torear con él al corral, que eran los becerros chicos, que estaban despuntados, que él me enseñaría, que era una cosa muy divertida, que los hombres debían saber de todo, especialmente de cosas de campo, que el tener miedo se quedaba para las mujer y quésé yo qué otros desatino con los que echó por tierra todo aquel escándalo que yo manifesté al vicario la vez primera que vi la tal zambra de hombres y brutos. Se me disipó el horror que me inspiraron al principio estos juegos, falté a mi antigua circunspección en este punto, y atropeliando con todo, me entré al corral.Juan Largo] me decía:Esta tarde nos iremos a pasear a Cuamatla, verás quéhacienda tan bonita. ¿Qué caballo quieres que te ensillen, el almendrillo o el grullo de tía? Yo le contesté la primera vez que me lo dijo: —Amigo, yo te agradezco tu cariño; pero excúsate de que me ensillen ningún caballo, porque yo no pienso volver a montar en mi vida grullos ni grullas, ni pararme delante de una vaca, cuanto menos delante de los toros o becerros. —Anda, hombre, decía él, no seas tancobarde; no es jinete el que no cae, y el buen toreador muere en las astas del toro. —Pues muere tú norabuena, le respondía yo, y cae cuantas veces quisieres, que yo no he reñido con mi vida. ¿Qué necesidad tengo de volver a mi casa con una costilla menos o una pierna rota? No, Juan Largo, yo no he nacido para caporal ni vaquero. En dos palabras: yo no volví a montar a caballo en su compañía, nia ver torear siquiera, y desde aquel día comencé a desconfiar un poco de mi amigo. ¡Feliz quien escarmienta en los primeros peligros!; pero más feliz el que escarmienta en los peligros ajenos, como dijo un antiguo. Esto se llama saber sacar fruto de las mismas adversidades.La otra lección que os proporciona este pasaje es que no os llevéis de las primeras ideas que os inspire cualquiera. El...
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