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Ellos nos cuentan que desde que se declaro el fin de laselección académica, sus defensores protestan, causando gran debate, diciendo que este método no es nada más que una meritocracia.
Los columnistas proponen que el sistema que se baza en el esfuerzopersonal para conseguir una mejor educación cae en falacias y contiene dos grandes errores que voy a citar:
1. Creer que la educación de calidad es un privilegio que debe ser “merecido” y, por lotanto, no un derecho que debe ser garantizado.
2. Creer que el mérito es un atributo personal donde la situación socioeconómica de las familias y la extrema segregación (a todo nivel) no tendría mayorimportancia.
Ellos se quedan en el segundo argumento, diciendo que este “mérito” es en realidad una prueba de la segregación social en nuestro país, poniendo como ejemplo el vocabulario de loscarriles más altos conocen alrededor de 4.000 palabras mientras que los infantes más vulnerables solo 500, además que la Ley General de Educación causa presión y gastos para los niños que se someten a laselección y el SIMCE solo termina dando cuenta las enormes y brutales brechas que entrelazan los resultados académicos y niveles socioeconómicos, mostrándonos un aterrador gráfico de el Centro deEstudios Públicos donde se puede apreciar como los puntajes SIMCE de 4to básico siguen casi exactamente el patrón de ingresos de los hogares; Sepúlveda y Aravena creen que esto es escandaloso, pero queentienden porque el proceso de selección es tan importante para colegios como el Instituto Nacional, que es visto como una oportunidad de educación de calidad, y plantean que este proceso de eliminación...
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