Trabajo Practico "La invención de Morel
Trabajo Práctico: “La Invención
de Morel” de Adolfo Bioy
Caseres”.
Materia:
Literatura.
Profesora:
Paola Reta.
Tema:
Género Literario.
Alumnos: Ferreyra Lautaro; Gomez Victoria; Molina
Micaela; Rachilewski Sofía.
Curso:
5º Sociales.
Fecha de entrega:
19/08/2015.
Adolfo Bioy Caseres.
En uno de sus escritos autobiográficos, Bioy Casares ha afirmado que «para mí la literatura está
dentro de la vida, es una parte de la vida», que es como decir que la vida y la literatura no son
para él experiencias distintas ni separadas. Podemos observar entonces cómo esa convicción a
lo largo de su existencia traspasa profundamente su experiencia vital y su producción literaria
durante varias décadas del siglo XX.
El 15 de setiembre de 1914 nace Adolfo Bioy Casares en Buenos Aires. La precocidad de
iniciación en la lectura y la escritura es una marca indeleble ya en su infancia. Algo que el mismo
escritor ha narrado en algunos escritos de recuerdos y memorias. Por su testimonio se conoce
que el deslumbramiento por la literatura y los géneros fantástico y policial le viene desde la niñez
cuando leyó el cuento infantil «Pinocho» y luego algunos relatos de Conan Doyle. De ese cuento
lo sedujo y fascinó la «idea de un muñeco con vida propia» y de los segundos textos narrativos el
misterio de las historias de enigmas policiales.
A su vez hay dos anécdotas, entre otras tantas, de su infancia que en sus remembranzas
aparecen como un intento de rastrear en su personalidad los motivos que lo inclinaron por las
ficciones donde los planos de lo real y lo onírico suelen confundirse. «En una rifa obtuve un perro
que se llamaba Gabriel. Lo gané en el cine Grand Splendid. Traje el perro lanudo a casa y
cuando al día siguiente no lo encontré, mi madre me convenció que se trataba de un sueño. Hoy
no sé si lo saqué en aquella memorable rifa o lo soñé [...] Años después, saqué en otra rifa una
petisa, se llamaba por ese motivo La suerte. He estado convencido toda mi vida que yo la domé,
aunque yo no recuerdo la jineteada. Me pregunto entonces, si no me pasa que mis padres me
engañaron haciéndome creer que la había domado tal como antes me hicieron creer que había
soñado con el perro».
De esa etapa, el escritor tiene también muy presente la relación con sus padres. Hijo de una
familia de grandes estancieros bonaerenses, heredó de su progenitor además de la estancia que
administró por un tiempo desde 1935 con poco éxito, ubicada en Pardo, Provincia de Buenos
Aires, su nombre y su pasión por la literatura: «Papá entendía de campo, pero le gustaba ser
escritor y dejó dos tomos de recuerdos muy lindos anteriores al 900». Por la línea materna
desciende de Vicente L. Casares, fundador de la empresa láctea La Martona y poseedor de
grandes extensiones de campo en la zona de Cañuelas y Tandil, también de la pampa
bonaerense. Su madre se llamaba Marta Casares y de ella el escritor ha recordado su atracción
por el cine y la presencia de un espejo veneciano tridimensional que había en el vestidor de su
dormitorio, el que junto a su propia atracción cinéfila, ha reconocido como una de las
motivaciones de la preeminencia de lo visual en su novela La invención de Morel (1940). Bioy ha
rescatado además de ambos progenitores su formación cultural francesa «que por esa época era
común en nuestro país».
Por otra parte, en el libro Memorias ha reconocido que su padre fue quien no sólo le hizo las
primeras correcciones de sus primeros escritos, sino que también le ayudó en plena
adolescencia, a los 15 años, a publicar su primer libro titulado Prólogo (1929) y también quien
pagó su ...
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