Trabajo sobre el texto de manuel aragón
Tomado el parlamentarismo como forma de Estado, como sinónimo de la democracia parlamentaria, la identificación era correcta. Los enemigos del parlamentarismo o bien propugnaban directamente la dictadura o bien apostaban por una forma dedemocracia “real” en la que la libertad se disociaba de la propia democracia, lo que suponía su negación.
Tomado el parlamentarismo como forma de gobierno, la identificación sería incorrecta, puesto que el régimen presidencialista puede ser tan democrático como el parlamentario. Por esto resulta llamativo que en la polémica europea de entreguerras los defensores del parlamentarismo frente a laantidemocracia realicen esa defensa desentendiéndose de la solución presidencialista.
Las razones de esa exclusión del presidencialismo y de la reducción de la democracia parlamentaria a la forma parlamentaria de gobierno son muy variadas. Las pasadas experiencias de gobiernos personales fuertes habían creado en Europa un recelo comprensible ante cualquier forma de “presidencialismo”. Ese mismo recelose veía acentuad por las experiencias contemporáneas del fascismo italiano, las apelaciones formuladas por las doctrinas “regeneracionistas” cuando no puramente autoritarias a la eficacia de la acción de gobierno mediante la ocupación del poder por un “cirujano de hierro”, un “hombre fuerte” o un “caudillo”, situado por encima del Parlamento, o el recuerdo de alguna reciente dictadura militar. Aello se sumaba una concepción europea de la democracia basada en la unidad de la representación política, en el monopolio parlamentario de la legitimidad popular, donde se encontraba un obstáculo de naturaleza práctica: la escasa tradición europea de un sistema de “equilibrios” entre poderes del Estado y entre poderes “políticos” y poderes “sociales”.
La apuesta a favor del presidencialismorealizada desde el frente antiparlamentario no se basaba en la propuesta de un presidencialismo democrático, sino antidemocrático, esto es, dictatorial.
Kelsen consideraba que “aunque la democracia y el parlamentarismo no son términos idénticos, no cabe dudar que el parlamentarismo es la única forma real en que puede plasmar la idea de la democracia dentro de la realidad social presente. Por ello, elfallo sobre el parlamentarismo es, a la vez, el fallo sobre la democracia”.
En el panorama europeo donde triunfó el antiparlamentarismo se instaló la dictadura y donde se conservó la democracia ésta siguió observando su forma parlamentaria tanto de Estado como de gobierno.
Hoy la polémica teórica sobre la democracia ha trascendido a una dimensión mundial y no está tan ligada al parlamentarismocomo forma de gobierno como al parlamentarismo como forma de Estado.
En los momentos actuales la democracia parece experimentar un doble y contradictorio proceso de afirmación y crisis como consecuencia del fracaso histórico del totalitarismo marxista, en el que la democracia se ha quedado sin enemigos intelectuales de peso. Ahora se presenta como la única solución racionalmente válida deorganización política de la sociedad.
Cabe sustentar una opinión contraria frente a esa tesis del triunfo de la democracia, pues tal triunfo se circunscribe sólo a una determinada cultura, la derivada del cristianismo, mientras que en otras culturas lo que prospera no es la democracia sino la antidemocracia. La democracia, pues, atraviesa por una situación problemática en un mundo encaminado cada vezmás a un “choque de civilizaciones”.
La raíz cristiana no es la única del pensamiento democrático, asentado también en un humanismo laico. Y los fundamentalismos no ofrecen una solución racional al problema de la legitimación del poder.
Esa universalización ha alcanzado reconocimiento jurídico-institucional en el plano internacional en cuanto que está reconocida en la Carta de la ONU y en la...
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