trabajo sobre la olla
EUC. — ¡Fuera, digo, hala, fuera, afuera contigo,
maldición!, ¡mirona, más que mirona, con esos ojos de
arrebañadera!
ESTÁ. — Pero, ¿por qué me pegas? ¡Desgraciada de
mí!
EUC. — ¿Que por qué te pego, desgraciada! Pues para
que lo seas de verdad y para que lleves una vejez tal
como te la mereces, de mala que eres.
ESTÁ. — Pero, ¿por qué me echasahora de casa?
EUC. — ¿A ti te voy a tener que dar yo cuentas,
cosechera de palos? ¡Allí, retírate de la puerta!
¡Mira qué manera de moverse! ¿Pues sabes lo que te
espera? ¡Maldición! ¡Como llegue a echar mano de un
palo o de un látigo, verás cómo te alargo esos pasitos
de tortuga!
ESTÁ. — ¡Mejor prefería verme en la horca que no
tener que servir en tu casa en esta forma!
EUC.— ¡Mira cómo rezonga para sus adentros, la
maldita! Los ojos te voy a sacar, malvada, para que no
puedas andar espiando lo que hago. Retírate más, un
poco más, un —¡eh!, para ahí—. Te juro que si te
mueves de ahí ni un dedo ni una uña o si vuelves la
cara para acá antes de que yo te lo ordene, en la horca
vas a acabar, a ver si así aprendes. No he visto en mi
vida una vieja más malaque ésta. ¡Menudo miedo
la tengo!, de que se las arregle para engañarme si me
descuido y que se huela dónde está escondido el oro;
en la nuca tiene también ojos, la maldita. [66] Bueno,
voy ahora a dar una vuelta, a ver si está todavía el oro
allí donde lo dejé, desgraciado de mí, que no me deja
este asunto ni un momento de tranquilidad. (Entra en
casa.)
ESTÁ. — Por Dios, que nopuedo figurarme qué clase
de maleficio o de locura le ha entrado a mi amo: lo
mismo que ahora me echa de casa hasta diez
veces al día, desgraciada de mí. Por Dios, que no sé
qué mal le trae de esta manera; se pasa las noches
enteras en vela, por el día no se mueve de casa, ¡ni que
fuera un zapatero cojo! Y no sé ya cómo ocultarle
la deshonra de su hija, que está a punto de dar a luz;me parece que la mejor solución sería echarme una
soga al cuello y quedarme colgando como una
espingarda.
ESCENA SEGUNDA EUCLIÓN, ESTÁFILA
EUC. — Por fin salgo ya de casa más
desahogado, después de comprobar que está todo en
orden. (A Estáfela.) ¡Éntrate ya y vigila ahora allí!
ESTÁ. — ¿También ésas? ¿Que vigile dentro? ¿Acaso
para que no se lleven la casa? Porque otra cosa noveo
yo que puedan sacar de ahí los ladrones, así está toda
de vacía; como haber, no hay ahí más que arañas.
[85] EUC. — Milagro que no me haga Júpiter por mor
de ti un rey Filipo o un Darío
1
, bruja. Quiero quedarme
con mis arañas, confieso que soy pobre y estoy
conforme con ello y me amoldo a la voluntad de los
dioses. Éntrate y [90] cierra la puerta, enseguida
vuelvo. Muchocuidado con dejar entrar a nadie en la
casa. Para el caso de que viniera alguien a pedir fuego,
quiero que lo apagues, que no haya motivo de que
venga nadie a pedírtelo: si el fuego vive, tú dejarás de
vivir al instante. Di también que se ha ido el [95] agua,
si alguien viene a pedírtela; el cuchillo, el hacha, el
macharatajo, el mortero, todos esos cacharros que
andan siemprepidiendo prestados los vecinos, di que
han venido los ladrones y se los han llevado. Enresumen, mientras yo esté fuera, no quiero que se deje
entrar a nadie en mi casa.
Todavía más te digo, así venga la buena suerte en
persona, no la dejes entrar.
ESTÁ. — ¡Por Dios!, de eso me parece que se cuida
ya ella misma, porque hasta ahora no ha puesto jamás
los pies en nuestra casa, a pesar de noandar lejos de
por aquí.
EUC. — Calla y adentro contigo.
ESTÁ. — Callo y entro.
EUC. — Cierra por favor la puerta con los dos
pestillos. Yo vuelvo enseguida. (Estáfela entra en
casa.) Se me parte [105] el alma de tener que salir de
casa. Juro que me voy pero que completamente a la
fuerza. Pero yo sé lo que me hago. Porque es que el
jefe de nuestra curia ha dicho que va a...
Regístrate para leer el documento completo.