Trabajo Social En La Vivienda

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Por otra lado, no quiero olvidarme de nombrar que en 1994, se aprueba la Ley
29/1994 de 24 de Noviembre de Arrendamientos Urbanos, que presentaba
novedades significativas como establecer un plazo mínimo de duración del
contrato de arrendamiento de cinco años, por entender que un plazo de estas
características permite una “cierta estabilidad” para las unidades familiares que
les posibilitacontemplar el arrendamiento como alternativa válida a la
propiedad. Esta Ley sustituyó al conocido Decreto Boyer.
En ese mismo año, tuvo lugar un Seminario Técnico “La Vivienda y su
aspecto social” que se celebró los días 20 y 21 de Octubre de 1994 en la
ciudad de Alicante, organizado por la Asociación Española de Promotores
Públicos de Vivienda y Suelo. Fue la primera vez, que comoTrabajadora Social
y junto con Eloísa García y Olga Arilla, compañeras de Zaragoza Vivienda y
teniendo tan sólo una experiencia inicial de cuatro años, en temas de Trabajo
social y vivienda, participamos en un foro donde predominaba la opinión de
gerentes, economistas, juristas y entendidos en la materia, y donde nuestro
perfil profesional empezaba a nacer y tomar una presencia fundamental. Ese
fueuno de los puntos de partida, donde promotores públicos de vivienda se
daban cuenta de la necesidad de la gestión social y de la intervención
social con las familias que ocupan una vivienda protegida en alquiler, por
parte de Trabajadores Sociales para realizar el seguimiento social, económico,
laboral y familiar que formando parte de la entidad, aseguraran una atención
integral concontenidos educativos y de integración social más amplio.
La gestión así desde la entidad promotora, se convierte en más eficaz y
rentable para asegurar y garantizar el bienestar social de las familias, el pago
de las rentas de alquiler, el mantenimiento de las viviendas y las zonas
comunitarias, así como la rentabilidad a largo plazo en todo lo que tiene que
ver con las adaptaciones, la convivenciacomunitaria y el asentamiento a través
de la coordinación con otros servicios sociales del Ayuntamiento, con los
centros de salud, con los centros escolares, con las asociaciones del barrio y
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en general con todas las entidades sociales de la ciudad y sobre todo con los
más cercanos al barrio.
Otra de las conclusiones de dicho seminario es que la gestión social llevada a
cabo por parte deTrabajadores Sociales de los servicios sociales comunitarios
no abarcaba el total de las intervenciones y de las necesidades sociales de
todas las familias de la promoción de un mismo inmueble.
Quiero valorar el largo camino recorrido desde una vivienda social de mínimos,
con bajas calidades y las construcciones de grandes bloques de barriadas
periféricas hasta nuestros modelos de intervenciónactuales, inspirados en una
idea de ciudad compacta, cohesionada, integrada, con iniciativas de calidad y
con intervenciones sociales de seguimiento por parte de Trabajadores sociales
para garantizar la adaptación de la vivienda, el pago de las rentas de las
mismas y la integración en el barrio, siendo una oportunidad para mejorar la
calidad de vida de las familias.
No hay que olvidar quehubo años en los que la “vivienda social” se entendió
como un tema menor. Desde hace unos años lo que ocurre es precisamente lo
contrario: el interés se vuelca en la vivienda social conscientes de que
conforme ha ido pasando el tiempo hay valores que son puestos en cuestión y
propuestas que hace muy pocos años eran rechazadas por ilusorias hoy se
comentan y discuten como posibles. Todossabemos los cambios que se han
producido en las familias y somos igualmente conscientes de cómo la mirada
vuelve atrás y en algún punto reclama la tradición esbozada antes de la guerra,
cuando el bloque de viviendas se complementaba con dotaciones tales como
lavanderías, comedores comunes, espacios colectivos, guarderías.
Llegados a este momento y como ya sabemos, las competencias sobre
vivienda...