En La revolución es un sueño eterno Andrés Rivera interroga el pasado argentino y muestra algunos de los rasgos con los que nace nuestro país a principios delsiglo xix. La conclusión es dramática: hay capítulos de nuestra historia que parecen repetirse sin remedio. Tal vez por eso, a pesar de la gran distanciatemporal que nos separa de él y de su época, Castelli parece ser hoy nuestro contemporáneo. Los turbulentos días de mayo de 1810 han quedado lejos. Tras ser uno delos representantes de la Primera Junta y el gran orador de la revolución, Juan José Castelli está confinado en su casa, derrotado como hombre político y consumidopor una enfermedad que lo llevará a la muerte. Con las pocas fuerzas que le quedan escribe ahora, en un cuaderno de tapas rojas, sus pensamientos y recuerdos.Ya no hay lugar para las acaloradas polémicas entre adversarios. Es que "el invierno llega a las puertas de una ciudad que extermina la utopía pero no sumemoria". Y ese deseo malogrado de forjar entre todos un país libre y justo se convertirá en la obsesión de sus últimos días: ¿acaso hay alguna revolución que puedacompensar la pena de los hombres o se trata, simplemente, de un sueño imposible? La revolución es un sueño eterno es una novela espléndida, en la que AndrésRivera muestra de manera singular su gran competencia como narrador, un sugestivo dominio del lenguaje y una notable habilidad para iluminar zonas cristalizadas deldiscurso histórico oficial. En 1992 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, merecido reconocimiento a un relato que va más allá del cruce fecundo entre
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