Trabajo

La ciudad y sus iconos
Por Luis Carlos Emerich

Tan saturado está el ámbito de desafíos y banalidades neoconceptualistas, que resulta reconfortante que a Phil Kelly le basten los elementos de la formatividad pictórica y los motivos que siguen significándose aún en la frontera fauvista entre el impresionismo y el expresionismo, para volcar su asombro ante y dentro del paisaje urbano defeño,como si sus contingencias reflejaran las de sus necesidades internas de expresión. Tomando el Paseo de la Reforma como su columna vertebral y las calles aledañas como inflamaciones de su sistema nervioso, Phil Kelly contempla la ciudad de México como una metáfora de sus propias crispaciones existenciales, y viceversa.
A pesar de que ha radicado en ella por más de dos décadas y que ha sufrido sussismos, sus demoliciones y sus reconstrucciones, sin dejar de crecer y sobrepoblarse hasta rebasar su medida humana, a Kelly le excita cada día más ver cómo derrota a la lógica y se llena toda de gracia al sobrellevar hasta sus más críticos malestares. Su copioso y desaforado tránsito vehicular, su carrera contra el tiempo para frenar su esclerosis múltiple, su humor para afrontar el caos y asumirsus manifestaciones de protesta como afirmaciones de su libertad, no son para Phil Kelly motivos de reclamo, como pudiera pensarse, sino de una celebración que concluiría en el sarcasmo si todo ello no obrara el milagro de transfigurarla inopinadamente, como una modelo ante un pintor. Deslumbrante a veces, agobiante a diario, riesgosa y tentadora siempre por dejarse vivir a pesar de todo, sinduda la ciudad de México es una provocadora, en este caso, de un delirio proclive al delirio.
Por supuesto, hay tantas versiones del síndrome defeño como propios y extraños se declaran incapaces de vivir sin él; pero, para un irlandés como Phil Kelly (y más exactamente, para un dublinense para quien todo hito urbano lo es de la memoria ancestral), la ciudad de México vino a representar laposibilidad dorada de recuperar la fe en lo sublime y lo absoluto, aunque sea por sus antítesis. Y si acaso se pensaba que el triunfo del pathos (emocionalidad) sobre el ethos (objetividad) fue exclusivamente romántico, la ciudad la ciudad de México como modelo temperamental de un pintor explosivo reconfirma que la imaginación y la razón forman una entidad indivisible.
Por ello, para Phil Kelly noexiste una motivación creativa mayor. Esa realidad en constante mutación lo mantiene tan expectante y aguzado que incluso sus acometidas de cualquier otro género pictórico siempre terminan poseídas por su mismo asombro. Sea paisaje provinciano o campestre, sea naturaleza muerta o figuración humana, la condición tan ruinosa como estridentemente viva que descubre en sus modelos, es el resultado de laconjugación del verbo encarnado por la ciudad: estallar.
Y si después del estallido los paisajes urbanos de Kelly siguen siendo identificables, se debe a que la liberación de su subjetividad no desarticula sus estructuras, o mejor dicho, que la reproyección de su inquietud sobre su misma provocadora evidencia que el lirismo, como un mecanismo de defensa, validará en el plano estrictamenteartístico su respuesta emocional a una realidad que lo sacude, aunque una vez interiorizada tal realidad sea referible al fenómeno de la creación pictórica entendida como una sucesión de despeñes de sensaciones visualizados mediante rayas y manchas de color que se resuelven, accidentalmente , en figuras y estructuras reconocibles pese a su naturaleza abstracta original.
Esa zona citadina,delimitada de sur a norte por el Paseo de la Reforma y Melchor Ocampo, y de este a oeste por Río Tiber y Lieja, es para Kelly un nudo sicológico que se aprieta cada día de distinta manera y que al desatarse puede liberar sus energías hasta el Zócalo, o bien, romper las vallas del campo de concentración donde Kelly se recluye para trabajar. Basta con visitar su taller para ver cómo se reproducen en su...