Trabajos buenos
Qué agonía, qué tristeza, qué pavor. “Padre, si es posible..” Veo el cielo, implorando a mi Padremisericordioso. La gente se echa contra mí, con traición y despecho. Todos estos ojos están sobre mí, ven desplomarme en el suelo, mientras unos me escupen en la cara. Me han dejado solo mis apóstoles,Judas me ha traicionado, Dónde están los otros 11?
Este era el cáliz que por adelantado me hacía beber el Padre. La gente me mira como si no me conociera. Como si mi donación dolorosa no lesincumbiese también a ellos. ¡Cuántos besos sacrílegos y traidores! Cuánto desprecio a mi persona en la persona de los pobres, de las viudas, de los niños, de los ignorantes, de los que no suelen contarpara nada en los destinos de las naciones! Continuan gritando: “¡crucificalo! ¡crucificalo!”
Tengo la piel desgarrada. No sé si los flageladores están siendo sádicos o no; quizá se limitan a cumplircon su deber. Cae el primer trallazo. En esa carne blanca y sin mancilla se dibujan manchas de sangre, tantas como los extremos duros del látigo que estoy recibiendo. El soldado está pegando con másprisa, siento una llaga en mi espalda. Veo la sangre como corre, ya estoy sintiendo mareo. Aún sé que me quedan muchos tormentos por padecer, pero es el comienzo de la Pasión física de mi Nuestro Señor.El dolor se vuelve más intenso, pero tranquilos este es el precio que pago por la pena de los pecados de ustedes. El castigo que merecieron sus pecados recae sobre mí y por estas llagas han sidocurados.
El centurión a dado la orden de que el suplicio cese. He caído desvanecido. Me echan agua para que regrese en sí. No sale ni una queja de mi boca, a pesar del dolor en mi interior la...
Regístrate para leer el documento completo.