Tradicion
Por ese entonces, bastaba el más mínimo error para ser confinado a un extremo de la clase al sólo escuchar "¡Al rincón! ¡ Quita calzón!, donde loscondenados eran esperados por un empleado dispuesto a aplicar tres, seis o doce azotes, según la falta, sobre el trasero de los infractores.
El famoso rincón tenía ya como doce sentenciados, cuando le tocóel turno al más chiquitín y travieso de la clase. Uno de esos llamados revejidos, que aparentaba ocho años, pero que bien los doblaba.
- ¿Quid est oratio? interrogó el obispo
Involuntariamente elmuchacho alzó los ojos al techo, por lo que el cérigo pensó que era producto de la ignorancia de la lección y por lo tantó lanzó una vez más el temido "¡Al rincón, quita calzón!.
Protestando entredientes el rapazuelo se dirigió hacia el rincón del castigo, cosa que incomodó al Obispo que lo conminó a decir claramente lo que murmuraba. Tras la insistencia, el chico habló. ël también tenía unapregunta a la que accedió su ilustrísima picado por la curiosidad.
- ¿Cuántos dominus vobiscum tiene la misa?
Chávez de la Rosa sin darse cuenta, levantó la vista para pensar su respuesta.
- Ahhh murmuró elrapazuelo- él también mira al techo.
La agudeza del comentario fue tomado con agrado por el clérigo, quien hasta ese entonces no se había tomado la molestia de saber cuántos dominus vobiscum tenía lamisa; de tal manera que amnistió a todos los condenados del rincón.
Desde ese entonces se convirtió en protector del chico irreverente de procedencia muy pobre. Le otorgó una beca en el seminario y...
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