tradiciones
Visitando Pachacutec el feraz territorio que acababa de sujetar a su dominio,detúvose una semana en el pago llamado Tate. Propietaria del pago era una anciana a quien acompañaba una bellísima doncella, hija suya.
El conquistador de pueblos creyó también de fácil conquista elcorazón de la joven; pero ella, que amaba a un galán de la comarca, tuvo la energía, que sólo el verdadero amor inspira, para resistir a los enamorados ruegos del prestigioso y omnipotente soberano.Al fin, Pachacutec perdió toda esperanza de ser correspondido, y tomando entre sus manos las de la joven, la dijo, no sin ahogar antes un suspiro:
-Quédate en paz, paloma de este valle, y quenunca la niebla del dolor tienda su velo sobre el cielo de tu alma. Pídeme alguna merced que a ti y a los tuyos haga recordar siempre el amor que me inspiraste.
-Señor -le contestó la joven,poniéndose de rodillas y besando la orla del manto real-, grande eres y para ti no hay imposible. Venciérasme con tu nobleza, a no tener ya el alma esclava de otro dueño. Nada debo pedirte, que quien donesrecibe obligada queda; pero si te satisface la gratitud de mi pueblo, ruégote que des agua a esta comarca. Siembra beneficios y tendrás cosecha de bendiciones. Reina, señor, sobre corazones agradecidosmás que sobre hombres que, tímidos, se inclinan ante ti, deslumbrados por tu esplendor.
-Discreta ores, doncella de la negra crencha, y así me cautivas con tu palabra como con el fuego de tu...
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