Traduccion la reina y yo
Sue Townsend
Traducción de Jordi Gubern
Círculo de Lectores
Título de la edición original: The Queen and I
Traducción del inglés: Jordi Gubern,
cedida por Ediciones B, S.A.
Diseño: Emil Tröger
Ilustración de sobrecubierta: Pablo Schugurensky
Círculo de Lectores, S.A.
Valencia, 344, 08009 Barcelona
1357949048642
Licencia editorial para Círculo de Lectores
porcortesía de Ediciones B, S.A.
Está prohibida la venta de este libro a personas que no
pertenezcan a Círculo de Lectores.
© 1992 by Sue Townsend
© ilustración interior: 1992 by Martin Honeysett
© Ediciones B, S.A., 1993
Depósito legal: NA. 408-1994
Fotocomposición: gama, s.l., Barcelona
Impresión y encuademación: Gráficas Estella, S.A.
Ctra. Estella a Tafalla, km 2. Estella
Navarra,1994. Printed in Spain
ISBN 84-226-4917-9
N.° 28266
A Gabrielle, Bailey y Niall
Ahora, cuando despertéis,
con vuestros necios ojos, mirad.
WILLIAM SHAKESPEARE,
El sueño de una noche de verano
ABRIL
1 1
1 Incómoda reposa la cabeza
La Reina estaba en cama, mirando la televisión con Harris. Era noche de elecciones: jueves, 9 de abril de 1992, a las once y veinte. Harris bostezó,mostrando sus afilados dientes y su lengua de color de hígado.
—¿Te aburren las elecciones, querido? —preguntó la Reina, acariciándole el lomo.
Harris ladró al televisor, en cuya pantalla se movía convulsivamente un despliegue de monigotes de ordenador (hombrecitos con sombrero de copa). La Reina los contempló un rato con divertida incomprensión, antes de percatarse de que los personajeselectrónicos, rojos, naranja y azules, representaban la composición actual de la Cámara de los Comunes. Un hombre alto agitaba los brazos delante del gráfico y parloteaba a propósito de la fiabilidad de los sondeos de opinión y de la probabilidad de un Parlamento equilibrado. La Reina echó mano del mando a distancia y bajó el volumen. Le vino a la mente el recuerdo de que, a una hora más tempranadel día, un secretario le había pasado un recorte de un periódico conservador acompañado de las palabras:
—Puede que esto la divierta, señora.
Y la había ciertamente divertido. Una médium contratada por el periódico declaraba haberse puesto en contacto con los espíritus de Stalin, Hitler y Gengis Kan, quienes le habían asegurado, los tres, que caso de haber tenido ocasión se habríanapresurado a acudir a los colegios electorales y votado al Partido Laborista. A la hora de la cena ella había mostrado el recorte a Felipe, pero éste no le vio la gracia.
Harris gruñó desde el fondo de su garganta, saltó de la cama y avanzó contoneándose hacia el televisor. En aquel momento eran las once y veinticinco. Harris ladró colérico a la pantalla cuando se anunciaron los resultados deBasildon. La Reina se recostó en sus delicadas almohadas de lino y se preguntó quién le besaría la mano el día siguiente por la tarde, si el gentil John Major o el perfectamente agradable Neil Kinnock. En realidad, no tenía una preferencia concreta. Ambos líderes políticos apoyaban públicamente la monarquía y ninguno de los dos era la señora Thatcher, cuyos ojos dementes y estrangulada voz habíanintimidado considerablemente a la Reina en sus habituales reuniones de las tardes de los martes. A la Reina le habría gustado saber si alguna vez amanecería el día en que un primer ministro victorioso dejase de apoyar la monarquía.
Los hombrecitos electrónicos desaparecieron de la pantalla para ser reemplazados de nuevo por políticos ansiosos que concedían entrevistas, y Harris perdió interés yregresó a la cama de un salto. Tras describir un círculo completo, se instaló en la suave blandura del cobertor y adoptó una posición cómoda y distendida. La Reina tendió la mano y le deseó buenas noches con unas palmaditas; se quitó las gafas, oprimió el botón de desconexión del mando a distancia y, a continuación, acostada en la oscuridad, esperó que le llegara el sueño. Las preocupaciones...
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