Transmutando
Valeria Radrigán valradrigan@yahoo.es El concepto o idea de la integración artística no es en absoluto novedoso1 y no parece plantear hoy en día ningún problema desde el punto de vista de su aceptación, tanto por ejecutores como por teóricos o pensadores del arte. Incluso la existencia de unnúcleo creativo general está ampliamente asumida; de hecho, ya en 1965 Etienne Souriau planteaba un principio que serviría como fundamento para las diversas artes y, por ello, la posibilidad de correspondencia entre las mismas. Esta idea, recogida en el texto La Correspondencia de las Artes, revelaba la necesidad de una disciplina de estudio integral:
“Si uno quiere penetrar hasta el corazón de cadauna de las artes — escribía Souriau—, captar las correspondencias capitales, las consideraciones cuyos principios son idénticos en las técnicas más diversas, o incluso —¿quién sabe?— descubrir unas leyes de proporción, o esquemas de estructura, válidos por igual para la poesía y la arquitectura, la pintura o la danza, será menester instituir una disciplina completa, forjar nuevos conceptos,organizar un vocabulario común, y hasta, tal vez, inventar medios de exploración realmente paradójicos.”2
Resulta bastante evidente entonces que las artes —así, en plural—se prestan entre ellas elementos y se nutren materialmente combinando sus potencialidades expresivas. Según Frank Popper, la última discusión seria que ha tenido lugar al respecto la podríamos encontrar en torno a 1971, cuando en elterritorio del pensamiento artístico se planteaban “dos problemas estéticos fundamentales que podrían determinar una diferenciación entre las artes: la noción de entorno y la participación del espectador.”3 Hasta más o menos la fecha señalada, los límites existentes entre una y otra actividad artística estaban determinados por el lugar en el cual eran realizadas y por cómo los receptores de lasobras se involucraban con ellas. Saliendo el arte de los museos, el teatro y la música de las salas, la poesía incluso de los libros y ampliándose los espacios de representación artística hacia los llamados sitios no convencionales, la noción de entorno en el arte hubo de ser replanteada como “el lugar de encuentro privilegiado de los hechos físicos y psicológicos que animan nuestro universo.”4 Así,el entorno comenzó a ser en el arte un sitial mucho más metafísico que concreto, pero con inmensas posibilidades de acción: “Tiende, implícitamente —escribe Popper—, a una dimensión más amplia, que sería la de un espacio sociológico auténtico.”5
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Este texto fue presentado como investigación final del Magister en Teoría y Práctica de las Artes Plásticas Contemporáneas en la UniversidadComplutense de Madrid, año 2007.
Esta misma nueva concepción de entorno reclamaba entonces una nueva actitud del público para con la obra, que tampoco es específica para cada medio en cuestión, sino que es genérica: ahora el espectador “está invitado a dar una respuesta total, física e intelectual a la vez”.6 Está llamado a involucrarse, es parte esencial de la obra misma, participa activamentedel hecho cultural que ella constituye. Así, llegó un momento en el que se determinó que “era posible considerar la actividad creativa de manera global, pluridisciplinar”7, de modo que, desde esta nueva perspectiva, seguir clasificando y estudiando las artes por separado carecería de sentido. Sin embargo, pareciera existir un abismo entre esta resolución práctica y el campo de la teoría. Mas allá dela eterna fisura entre teoría y práctica en las artes, en el mismo ámbito intelectual tampoco parece haber consenso; cada disciplina sigue estudiándose a sí misma desde sí misma: para las artes plásticas, teoría del arte, para el teatro, teoría del teatro, para la música, teoría musical… y así sucesivamente. La educación artística incide también en esta escisión, siguiendo el modelo de la...
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