Trastornos De Personalidad
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TRASTORNOS DE PERSONALIDAD. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS Y PROCESOS DE EVALUACIÓN.
I.‐ INTRODUCCIÓN
Parece que existe un cierto consenso en que la personalidad podría considerarse como un patrón de pensamientos, sentimientos y conductas característicos que distingue a las personas entre sí y que persiste a lo largo del tiempo y a través de las situaciones (Phares, 1988). Teniendo en cuenta esta definición, nos podríamos preguntar ¿cuál sería la diferencia entre una personalidad normal y una personalidad patológica? Desafortunadamente, no están nada claras esas posibles diferencias. Millon y Escobar (1996 a) señalan que los individuos “poseen una personalidad normal, sana, cuando manifiestan la capacidad para afrontar el ambiente de un modo flexible y cuando sus percepciones y conductas típicas fomentan el aumento de la satisfacción personal. Por el contrario, cuando las personas responden a las responsabilidades diarias de forma inflexible o cuando sus percepciones y conductas dan como consecuencia un malestar personal o una reducción de las oportunidades de aprender y crecer, entonces podemos hablar de un patrón patológico o desadaptativo.” Podemos hablar de la personalidad como una mezcla de factores temperamentales (determinados por la biología) y caracterológicos (determinados por el ambiente). Los trastornos de la personalidad (TT.PP.) se caracterizan por ser patrones desadaptativos de pensamientos, sentimientos, percepciones y conductas que comienzan muy temprano en la vida y se perpetúan a lo largo del tiempo y a través de diferentes situaciones. Suelen constituir desviaciones importantes de lo que serían los patrones de vida normal y, especialmente, de comportamiento interpersonal dentro del grupo sociocultural al que pertenece el individuo. Podemos afirmar que las características básicas de un trastorno de la personalidad son las siguientes:
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a) está profundamente enraizado y es de naturaleza inflexible, b) es desadaptativo, especialmente en contextos interpersonales, c) es relativamente estable a lo largo del tiempo, d) deteriora de forma significativa la capacidad de la persona para funcionar y e) produce malestar en el entorno de la persona. En consonancia con todo lo anterior, se podría resumir que estamos ante un conjunto de comportamientos, los trastornos de personalidad, que tienen una presencia relativamente estable, referidos al “modo de ser” de las personas, un modo de ser habitual pero que no es habitual para otras personas que no se ajustan. Además, dichas características están de algún modo omnipresentes en todas las esferas de la vida. Se podría decir –supuestamente‐, como consecuencia, que el repertorio conductual de estas personas es en todo limitado, reiterado e inflexible. A lo anterior se le debería añadir la capacidad limitada de aprender nuevos comportamientos, lo cual suele ponerse en relación con la vulnerabilidad al estrés, tan presente en estas personas. Se añadiría que el no ser conscientes que su modo de ser es la causa del sufrimiento o problemas, lo que les sitúa seriamente en desventaja a la hora de solucionar los problemas con los que van “viviendo la vida”.
I.1.‐Consideraciones básicas para el diagnóstico, clasificación y características epidemiológicas
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