Tratado De Los Delitos Y De Las Penas

César Bonesano, marqués de Beccaria, nació en Milán, en 1735, el hizo a la edad de veintiséis años el Tratado de los delitos y de las penas.
Tres son los manantiales de donde se derivan los principios de morales y políticos reguladores de los hombres. La Revelación, la ley natural, y los pactos establecidos de la sociedad.
Las leyes son las condiciones con que los hombres vagos eindependientes se unieron en sociedad, cansados de vivir en continuo estado de guerra, y de gozar una libertad que les era inútil en la incertidumbre de conservarla. Sacrificaron por eso una parte de ella para gozar la restante en segura tranquilidad. Todo hombre, que no se derive de la absoluta necesidad, es tiránico. Esta fue la base sobre la que el soberano tiene fundado su derecho para castigar losdelitos: sobre la necesidad de defender el depósito de la salud pública de las particulares usurpaciones; y tanto más justas son las penas, cuanto es más sagrada e inviolable la seguridad, y mayor la libertad que el soberano proporciona a sus súbditos. Fue la necesidad quien obligó a los hombres para ceder su libertad propia.
La primera consecuencia de estos principios es que sólo las leyes puedendecretar las penas de los delitos; y esta autoridad debe residir únicamente en el legislador, que representa toda la sociedad unida por el contrato social.
La segunda consecuencia es que todo miembro particular se halla ligado a la sociedad, está también con cada uno de ellos por un contrato, que de su naturaleza obliga a las dos partes.
La tercera consecuencia es que cuando se probase ser laatrocidad de las penas, so no inmediatamente opuesta al bien público y al fin mismo impedir los delitos, a lo menos inútil.
Los jueces no han recibido de nuestros antiguos padres las leyes como una tradición y un testamento, que dejase los venideros sólo el cuidado de obedecerlo: recíbelas dela sociedad viviente, o del soberano su representador, como legitimo depositario en quien se hallan lasactuales resultas de la voluntad de todo. Recíbanlas, no como obligaciones de un antiguo juramento; sino como efectos de otro tácito o expreso, que las voluntades reunidas de los súbditos vivientes han hecho al soberano, como vínculos necesarios para sujetar o regir la fermentación interior de los intereses particulares. El espíritu de la ley sería, la resulta de la buena o mala lógica de un juez, desu buena o mala digestión.
Un desorden nace de a rigurosa y literal observancia de una ley no puede compararse con los desórdenes que nacen de la interpretación, un códice fijo de leyes, no deja más facultad de un juez, que la de examinar y juzgar en las acciones de los ciudadanos si son o no conformes a la ley escrita.
Cuando mayor fuere el número de los que entendieren y tuvieren entre lasmanos el sacro códice de las leyes tanto menos frecuentes serán los delitos; porque no hay duda que la ignorancia y la incertidumbre ayudan a la elocuencia de las pasiones. Una consecuencia de estas últimas reflexiones es que sin leyes escritas no tomara jamás una sociedad fija de gobierno.
No sólo es interés común que no se cometan delitos, pero aun lo es que sean menos frecuentes, a proporción deldaño que causan en la sociedad. Más fuertes deben ser los motivos que retraigan a los hombres de los delitos, a medida que son contrarios al bien público, y a medida de los estímulos que los inducen a cometerlos. Debe por esto haber una proporción entre los delitos y las penas.
En estos extremos están comprendidas todas las acciones opuestas al bien público, que se llaman delitos, y todas vanaminorándose por grados insensibles desde el mayor al más pequeño. Cualquier acción no comprometida entre los límites señalados no puede ser llamada delito o castigada como tal.
La verdadera medida de los delitos es el daño hecho a la sociedad, y por esto han errado los que creyeron serlo la intención del que los comete. Seria, necesario formar, no un solo códice particular para cada ciudadano,...