tratado de wefalia

Capítulo I
La Paz de Westfalia

L

a Paz de Westfalia es como una catedral de la que muchos hablan
y pocos visitan. Por ello, considero que la mejor manera para acercarnos y comprender la complejidad y la trascendencia de ese proceso
de pacificación es adentrándonos en la guerra que le precedió y en la
época en que se pactó.
La Guerra de Treinta Años ha sido explorada por centenares dehistoriadores. Existen cerca de cuatro mil títulos sobre la Paz de Wes­ ­
t
falia y, como Peter Wilson señala, “cubrir todos sus aspectos requiere
el conocimiento de por lo menos 14 lenguajes europeos y muchas vi­
das dedicadas a la investigación”.1 Extraviarse en ese laberinto no ilumina el panorama, así que he escogido una ruta distinta: aprovechar
las crónicas consagradas y recoger losdebates que han resistido el paso del tiempo, combinando la visión de los historiadores con la de los
juristas e internacionalistas que nos ofrecen una perspectiva sobre las
consecuencias del proceso de paz.
En el siglo xvii, alcanzaron un mayor grado de evolución tendencias que habían estado en gestación en las ciencias, las artes, la polí­ i­ a
tc
y la filosofía. En la ruptura del ordenestablecido por un conflicto tan
prolongado, estas fuerzas encontraron posibilidades de crecer y expresarse con mayor fuerza. Durante las décadas siguientes, estas nuevas
tendencias se harán más evidentes en el desarrollo del conocimiento
y en la transformación de los hábitos de vida. La Guerra de Treinta
Años y la Paz de Westfalia deben verse en el contexto de este proceso
de crecimiento ycontradicción.

23

tiempos guerra int.indd 23

8/23/10 1:32 PM

Tiempos de guerra y paz

Los progresos del pensamiento político
El surgimiento de los Estados europeos estuvo asociado al destino de
las casas reales. Después de un largo periodo de luchas por las prerrogativas medievales de los barones, a mediados del siglo xvi, “lo que
asombra es el crecimiento del poder monárquico”, unregreso al
centralismo político que dio paso a los Estados nacionales. “Con Luis
XI en Francia, Enrique VIII en Inglaterra y Fernando e Isabel en Es­
paña, los nobles alcanzan una fuerza y un prestigio que nunca poseyeron, y que se desarrollará con sus sucesores”.2
El Estado dinástico era la forma de organización política de los
protagonistas europeos, sus gobernantes concebían a sus Estados comosu herencia y propiedad personal. Esta concepción patrimonialis­ a
t
influía en la definición de sus designios políticos, tanto en la guerra
como en la paz.
A pesar de los éxitos de las casas reales, la columna vertebral de su
autoridad —el derecho divino como sustento de la monarquía absoluta— estaba siendo atacada desde dos frentes: la reforma religiosa
y el desarrollo científico. Noolvidemos que en el mundo medieval, el
orden del universo se proyectaba en la vida social:
El sol giraba alrededor de la tierra y con él, jerárquicamente ordenados, gi­ aban las esferas, los planetas y las estrellas. Había en el unir
verso un orden de los elementos, un orden de los coros angelicales
y, sobre la tierra, el co­ res­ ondiente orden de las condiciones.
r p
Había señores y vasallosde los vasallos. El poder real provenía de
Dios y todo el poder sobre la tierra no era más que un reflejo.3

Este orden que parecía inamovible fue sacudido en sus fundamentos por los avances del conocimiento. El descubrimiento de Nicolás
Copérnico4 no sólo “describía los principales fenómenos astronómi­
cos conocidos, de manera más simple”, sino vendría a ejercer un impacto que se proyectó enla literatura y en la política. Seis décadas
más tarde Shakespeare recoge este tema en Ricardo II: la tragedia
del destronamiento, pero no solamente del destronamiento de
Ricar­ o, sino del destronamiento del rey, de la idea del poder real
d
[…] En los primeros actos el rey es comparado con el sol; cegaba como
éste, y ha­­ que bajar los ojos estando cerca de Su Majestad. Luego,
bía
el...