Treinta años de democracia (y una herida que aun no cierra)
Introducción.
El golpe del '76, vino a profundizar las endebles de un sistema democrático que nunca había terminado de afirmarse. Hay que recordar que entre el ‘55 y el ‘76, los períodos de democracia fueron apenas lapsos, siempre amenazados y condicionados por las estructuras militares y por lascorporaciones económicas. La dictadura implicó un golpe fuerte a toda una generación, a un cuerpo de ideas y un proyecto de transformación de la Argentina. Dejó un hueco muy difícil de reconstruir en el cuerpo social y generó el terror, que a su vez causó parálisis y un miedo que se capitalizó en la sociedad. Durante mucho tiempo una parte importante de las personas quedaron arrinconadas por lapersistencia de ese miedo.
Es difícil intentar interpretar de otro modo una historia que, por lo general, ha sido reducida al horror dictatorial, un horror que ha tenido la oscura cualidad de destruir cuerpos e invisibilizar las historias anteriores de aquellos que fueron víctimas del terror de Estado allí donde lo único que queda es el espanto represivo, la brutalidad de una máquina puesta afuncionar para aniquilar cuerpos y legados, vidas y tradiciones, sueños y reclamos. Como si la descarga del terror se hubiera llevado consigo los claroscuros de una época surcada de lado a lado por la pasión revolucionaria sin dejar otra evidencia que la marca imposible del cuerpo sustraído, de la muerte expropiada.
Hoy a 37 años del golpe, como argentinos, nos es imprescindible recordar aquella épocaque sigue estando allí para recordarnos lo que hemos olvidado de nosotros mismos. Aunque intentemos no verlo, lo que aparece, es el pasado. Allí está, distinto e igual, metamorfoseado por el trajinado paso del tiempo que tiene tanta actualidad, tanta claridad, tanta valentía, que sigue emocionando y entristeciendo.
Miedo, terror, gemidos de una sociedad encaminada al horror, sangre,violencia, más sangre derramada, terror, anhelos de libertad, desaparecidos, y una herida abierta que no cerrará jamás.
En 1965 se pensaba que ese salvajismo que adoptaron las dictaduras de Trujillo o Batista, ese absoluto desdén por la vida, era imposible en Argentina. Pero no, lo imposible no es. La misma experiencia, la de saber que en el país en que uno vive, existen monstruos capaces de llevar lacrueldad a su extremo absoluto, le pasó a Sartre con la guerra de Argelia. La cuenta así: “En 1943, en la calle Lauriston, unos franceses lanzan gritos de angustia y dolor: toda Francia los oía. El resultado de la guerra no era seguro, y no queríamos pensar en el porvenir; pero había una cosa que nos parecía imposible: que un día se pudiera hacer gemir a los hombres en nombre nuestro. Loimposible no es francés: en 1958, en Argel, se tortura, regular y sistemáticamente; todo el mundo lo sabe (…), pero nadie habla de ello”. Por decirlo claramente: en relación a la tortura, lo imposible no es francés, lo imposible no es argentino, lo imposible no es israelí.
Claramente hay una vergüenza de la que no se vuelve. Todos pensaban que aquello no iba a ocurrir en nuestro país, en mi país. Creoque luego de Videla nadie dice “mi país” con la inocencia con la que solían hacerlo. Sartre se sentía orgulloso de Francia (y de ser Frances) durante la ocupación. Pero: ¿cómo decir “mi país” cuando es “mi país” el que tortura? ¿Cómo decir mi país cuando uno se avergüenza de lo que hace “su” país? Lo mismo con los judíos. ¿Cuántos de ellos, en medio de los pavores del Holocausto, se habrán dichoalguna vez: nunca se hará gemir a los hombres en nombre nuestro?
El tema es el medio utilizado. La verdad es que la tortura no puede ser medio valido para lograr nada. Porque todo lo que se consiga a su través nace con el estigma de la denigración de la condición humana. Porque como dijera Rodolfo Walsh a la junta militar: “Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar...
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