Tres momentos de una vida- Herman Hesse

Páginas: 102 (25381 palabras) Publicado: 28 de octubre de 2014
Tres momentos de una vida

Herman Hesse

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Tres momentos de una vida

Herman Hesse

Herman Hesse

Tres momentos de una vida
(Knulp)

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Tres momentos de una vida

Herman Hesse

Foto cubierta: Concha Arias
Título original
Knulp / Drei Geschichten aus dem Leben Knulps

Traducción de:
Ana Mª de la Fuente

Primera edición:
En Biblioteca de Bolsillo: junio 1997

©1949 by Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main
Todos los derechos reservados

Derechos de edición reservados para España y propiedad de la traducción:
© 1986 y 1997: Editorial Seix Barral, S.A.
Córcega, 270 – 08008 Barcelona

ISBN: 84-322-3139-8

Depósito legal: B 22.740 – 1997

Impreso en España

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Tres momentos de una vida

Herman Hesse

LLEGA LA PRIMAVERA

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Tresmomentos de una vida

Herman Hesse

Allá por el mil ochocientos noventa, nuestro amigo Knulp tuvo que pasar varias
semanas en el hospital y cuando salió corría el mes de febrero y hacía un tiempo atroz, de
manera que a los pocos días de camino sintió otra vez la calentura y tuvo que pensar en buscar
cobijo. A Knulp nunca le faltaron amigos y casi en cada pueblo de la comarca habría
encontradofácilmente quien le recibiera con los brazos abiertos. Pero para esto tenía él
mucho orgullo, y casi podía considerarse un honor el que se decidiera a aceptar algo de un
amigo.
Se acordó entonces de Emil Rothfuss, que era curtidor en Lächstetten, y a su puerta
fue a llamar una noche la lluvia con el viento de Poniente. El curtidor levantó un poco la
persiana del piso alto y gritó:
—¿Quiénes? ¿No puede esperar a que se haga de día?
Al oír la voz de su amigo, Knulp, a pesar del cansancio, sintió una súbita alegría y se
acordó de una canción que compusiera años atrás, cuando él y Emil Rothfuss viajaron juntos
cuatro semanas, y se puso a cantar mirando hacia arriba:

En el albergue reposa
un caminante cansado
que sin duda no es otro
que el hijo extraviado.

El curtidor acabóde levantar la persiana bruscamente y asomó medio cuerpo fuera de
la ventana.
—¡Knulp! ¿Eres tú o eres un fantasma?
—¡Soy yo! —gritó Knulp—. Oye, también podrás bajar por la escalera, ¿no? ¿O tiene
que ser por la ventana?
Con jubiloso apresuramiento, el amigo bajó, abrió las puertas y arrimó a la cara del
recién llegado un pequeño y humeante quinqué, haciéndole parpadear.
—¡Pasa, pasa,hombre! —gritó, excitado, tirando de su amigo—. Luego me contarás.
Ha quedado un poco de cena y tampoco te faltará una cama. ¡Santo Dios, y con esta noche de
perros! Por lo menos tendrás buenas botas, ¿no?

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Tres momentos de una vida

Herman Hesse

Knulp le dejaba preguntar y admirarse. Ya en la escalera, se bajó cuidadosamente las
perneras del pantalón y subió con paso firme y seguro,a pesar de la oscuridad y de que hacía
cuatro años que no pisaba la casa.
Al llegar arriba, se paró un momento en el pasillo, delante del cuarto de estar, y retuvo
por la mano al curtidor que le invitaba a entrar.
—Tú, oye, ¿es que te has casado?
—Pues sí.
—Entonces… Verás, tu mujer no me conoce; puede que no le haga ninguna gracia. No
quisiera molestar.
—¡Molestar tú! —rió Rothfuss,abriendo la puerta y empujando a su amigo a la bien
iluminada habitación.
Sobre la mesa, suspendida del techo por tres cadenas, colgaba una enorme lámpara de
petróleo. Flotaba en el aire un tenue humo de tabaco que ascendía en finas volutas hacia el
cilindro caliente donde desaparecía, aspirado con rapidez. Encima de la mesa había un
periódico y una vejiga de cerdo llena de tabaco, y del pequeñocanapé situado junto a la pared
transversal se levantó apresuradamente la señora de la casa, entre risueña y cohibida, como el
que ha estado dormitando y quiere disimular. Knulp parpadeó, deslumbrado por tanta luz,
miró los ojos gris claro de la mujer y le dio la mano ceremoniosamente.
—Bueno, pues ésta es ella —dijo el dueño de la casa riendo—. Aquí, Knulp, mi amigo
Knulp, ya sabes, te he...
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