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Páginas: 222 (55298 palabras) Publicado: 24 de marzo de 2014
EL PEQUEÑO
LADRÓN DE
SOMBRAS
El protagonista de El
pequeño ladrón de
sombras es un niño,
sin nombre, que vive
sólo con su madre en
un pequeño pueblo de
Francia hasta que un
día descubre que
tiene un don: nuestro
protagonista puede

hablar
con
las
sombras y a través de
ellas descubrir los
miedos y sueños de la
gente…un don que le
puede
ayudar
a
ayudar a los demás ytambién a sí mismo…
Una historia de amor
con el sabor de los
cuentos de siempre.
El amor incondicional
de una madre por su
hijo… el amor que
sentimos la primera
vez y que el tiempo
no puede borrar… el
amor que se acaba…

una amistad para toda
la vida.

Autor: Marc Levy
ISBN: 9788408065470

MARC LEVY

EL PEQUEÑO
LADRÓN DE
SOMBRAS

A Pauline, Louis y Georges

Hay quienesabrazan sombras nada más;
ésos sólo conocen la sombra de la
felicidad.

WILLIAM SHAKESPEARE

¿Sabes?, lo que más necesita el amor es
imaginación.

Cada uno tiene que inventar al otro con
toda su imaginación,
con todas sus fuerzas, sin ceder ni una
pizca de terreno a la
realidad; porque cuando dos
imaginaciones se unen…
no hay nada más bello.
ROMAIN GARY

EN el pasado tuve miedo dela noche,
miedo de las formas que se colaban entre
las sombras del anochecer, que bailaban
entre los pliegues de las cortinas y sobre
el papel de pared del dormitorio. Con el
tiempo se desvanecieron. Pero me basta
con recordar mi infancia para verlas
reaparecer, terribles y amenazadoras.
Según un proverbio chino, un hombre
educado no pisa la sombra de su vecino;
yo lo ignoraba el día enque llegué a ese
nuevo colegio. Mi infancia estaba ahí, en
ese patio de recreo. Yo quería zafarme de
ella, hacerme mayor, pero ella no me
soltaba, se adhería a mi piel en ese cuerpo
que era el mío entonces, demasiado
pequeño para mi gusto.

—Todo va a salir bien, ya lo verás…
El primer día de colegio. Apoyado en
el tronco de un plátano, observaba cómo
iban formándose los grupos. Yo nopertenecía a ninguno de ellos. A mí nadie
me sonreía, nadie me abrazaba, nadie me
hacía el más mínimo gesto que dejara
entrever la alegría de volver a verme
después de las vacaciones, ni yo tenía
nadie a quien contarle cómo habían sido
las mías. A quienes hayan cambiado de
colegio les resultarán familiares, como a
mí, esas mañanas de septiembre en que,
con un nudo en la garganta, nosabes qué
contestar a tus padres cuando te aseguran
que todo va a salir bien. ¡Como si ellos
recordaran algo de su primer día de

colegio! Los padres no se acuerdan de
nada, pero no es culpa suya, simplemente
han envejecido.
En el patio sonó el timbre, y los
alumnos se pusieron en fila delante de los
profesores que empezaban a pasar lista.
Éramos tres con gafas, más bien pocos.
Yo estabaen la clase de sexto C y, de
nuevo, era el más pequeño. Mis padres
habían tenido el mal gusto de que naciera
en diciembre; ellos se alegraban de que
siempre fuera seis meses más pequeño
que el resto de mis compañeros, eso los
halagaba, pero para mí era un suplicio
cada vez que empezaba un nuevo curso
escolar.
Ser el más pequeño de la clase
significaba tener la responsabilidad de borrar la pizarra, de guardar las tizas, de
amontonar las colchonetas en el gimnasio,
de alinear las pelotas de baloncesto en el
estante más alto —demasiado alto— y, lo
peor de lo peor, de tener que posar solo,
sentado en el suelo en primera fila, para
la foto de clase; cuando estás en el
colegio, la humillación no tiene límites.
Nada de todo eso habría tenido
importancia si en mi clase desexto C no
hubiera estado también un tal Marquès, el
terror del patio, mi opuesto absoluto.
Yo iba seis meses adelantado en el
colegio —para inmensa alegría de mis
padres—, y Marquès, en cambio, llevaba
dos años de retraso, y a sus padres les
traía sin cuidado. Mientras su hijo
ocupara sus horas en el colegio,

almorzara en el comedor y no se dejara
ver por casa hasta la tarde, se...
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