Trilce III 2013
Santiago Vizcaíno Armijos
Hay un lugar que yo me sé
en este mundo, nada menos,
adonde nunca llegaremos.
César Vallejo
Ya se ha dicho de Trilce(Lima, 1922) que “es el libro más radical de la poesía escrita en lengua castellana”(1), o que es el libro “aquel donde su poética de vanguardia alcanza cabal realización, aquel que constituye la matrizgeneradora de lo mejor de su obra”(2). O también que “Trilce es un libro extremo, revolucionario por su exploración de un lenguaje auténtico (…)”.(3) El mismo “indio” Mariátegui apreció la poesía de Vallejo como “una experiencia filosófica” donde se “condensa la actitud espiritual de una raza, de un pueblo”.(4) Y así se podría seguir citando el súmmum crítico que ha atendido a la poética de Trilce. Elacervo bibliográfico al que podemos acceder es, pues, inmenso y abruma a aquel que se inicia en el estudio crítico de su obra con el ingenuo afán de plantear una novedad.
Abundan asimismo los estudios estilísticos exhaustivos del lenguaje de renovación expresiva que desarrolla Vallejo en Trilce y con el cual rompe con la tradición inmediatamente anterior: el modernismo. Por ello se lo ha situado,además, como figura totémica de la vanguardia latinoamericana. Hay quienes, por supuesto, discrepan con esta aseveración, y ven en Trilce más bien la figura de la escisión de un orden que va más allá de las tendencias que empezaban a surgir —creacionismo, ultraísmo— o que se encontraban en auge —surrealismo—. Sea lo que fuere, Vallejo surge como una grieta, como una fisura que hay que atender entoda su complejidad, porque dicha renovación estética se lleva a cabo en extrema conjunción con una idea del mundo que lo margina y lo eleva por sobre sus contemporáneos.
Entre Los heraldos negros (1917) y Trilce parece haber una gran distancia que se asienta sobre la base de una necesidad intimista, de autenticidad personal que lo liga con volver al origen, a lo autóctono, que Mariáteguientiende como un “americanismo genuino y esencial” (1995: 205), y que Yurkievich manifiesta dentro de una “posición de desamparo, limítrofe del riesgo” (1997: 151). Estas dos interpretaciones, sin embargo, no se excluyen, sino que muestran una necesidad de autenticidad que solo puede situarlo, tratando él mismo de recuperar el espacio de lo propio, al margen del canon literario de su tiempo. No hay unsalto entre Los heraldos negros y Trilce, sino una intensificación de las experiencias anteriores. Aun cuando en el primer poemario ya existe la presencia de muchos elementos trilcianos, en su segunda publicación, además de la experimentación lingüística, aumenta el grado de intensidad poética. Con Trilce se hace completo el divorcio de Vallejo con el modernismo. Las temáticas se vuelven másoriginales: “(…) los episodios de la infancia se diluyen y pierden su carácter anecdótico; los personajes familiares se universalizan saliendo del mero recuerdo histórico y del sentimentalismo más banal. Se descarnan pues los temas, se abstractizan las nociones, se esencializan los sentimientos”.(5)
Es significativo, desde luego, el largo silencio crítico que sucedió a la publicación de Trilce. Ytambién el silencio poético que se impone (1922-1937) frente a la incomprensión de sus contemporáneos. Es una labor titánica, desde luego, realizar un estudio prolijo de las diversas miradas críticas que han aparecido después de su muerte (1938), que sería más bien un trabajo monográfico que ya lo han emprendido, entre otros, Giovanni M. Zilio, Marco Martos y Elsa Villanueva(6), y Rafael GutiérrezGirardot.(7) Una labor minuciosa, abarcadora, que opera desde el nivel estilístico hasta el desmenuzamiento interpretativo de cada poema de un libro fragmentario, hermético, irreverente como Trilce. Sin embargo, coincidimos con Julio Ortega cuando afirma que el poema hermético, por su propia condición, permite de mejor manera el libre ejercicio hermenéutico.
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Tatiana...
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