Tristes Querellas
Todo el balneario había además cambiado. De lugar de reposo y mar se había convertido en una ciudad moderna.
Memo ocupó desde el comienzo y para siempre un departamento al fondo de la quinta, donde se alojaba la gente más modesta. Ocupaba una pieza con cocina y baño, extremadamente apacible, pues limitaba con undepartamento similar al suyo, pero utilizado como depósito por un inquilino invisible. De este modo llevaba allí, especialmente desde que se jubiló, una vida que se podría calificar de paradisiaca. Había ganado honestamente su vida, había evitado todos los problemas relativos al amor, el matrimonio, la paternidad; no conocía el odio ni la envidia ni la ambición ni la indigencia y su verdaderasabiduría había consistido en haber conducido su existencia por los senderos de la modestia, la moderación y la mediocridad.
Pero los proyectos edénicos que se había forjado para su vejez se vieron alterados por la aparición de doña Francisca Morales.
Primero fue el ruído de un caño abierto, luego un canturreo, después un abrir y cerrar de cajones lo que le revelaron que había alguien en la piezavecina, esa pieza desocupada cuyo silencio era uno de los fundamentos de su tranquilidad. Para probarlo salió al balcón que corría delante de los departamentos, justo en el momento en que una señora gorda, casi enana, de cutis oscuro, asomaba con un pañuelo amarrado en la cabeza y una jaula vacía en la mano. Le bastó verla para dar media vuelta. Apenas habían tenido tiempo de mirarse a los ojos, peroles había bastado ese fragmento de segundo para reconocerse, identificarse y odiarse.
Mal que bien comenzó a sospechar que se trataba de una vecina soportable, hasta la vez que se ocurrió escuchar una de sus óperas en su vitrola de cuerda. Apenas Caruso había atacado su aria preferida sintió en la pared un ruído seco.
Francisca: ¿Va a quitar esa música de porquería?
Memo quedó helado.Francisca: Pedazo de malcriado, ¿no se da cuenta de que me molesta con esos chillidos?
Memo: ¡Aguántelos!
En los días siguiente continuó escuchando óperas. Después de algunas protestas como...
Francisca: ¡Ya empieza usted con su fregadera! ¡Me quiere volver loca!
...optaba por irse paseo hasta el atardecer. Memo tenía la impresión de que el enemigo cedía terreno y que esa primera batalla estabaprácticamente ganada.
Una tarde vio llegar a doña Pancha con una enorme caja de cartón que lo intrigó. Al poco rato una voz de hombre llenó la habitación vecina. Era alguien que hablaba de las ventajas del fijador Glostora. Memo se desplomó en su sillón: ¡un aparato de radio! Memo colocó a su Caruso. Su vecina aumento el volumen y Memo la imitó. Aún no se había dado cuenta, pero había empezado laguerra de las ondas.
Esta duró interminables días....
Ambos terminaron por concluír un armisticio tácito. Al fin optaron por escuchar sus aparatos discretamente o por encenderlos cuando el vecino había salido. En definitiva, había sido un empate.
Esto los obligaba sin embargo a vivir continuamente pendientes el uno del otro. Y fue así como Memo notó que su vecina había iniciado un vasto plan deembellecimiento de su habitáculo. Luego, amplió sus proyectos decotativos hacia la galería, llenándose progresivamente de plantas.
Memo terminó por darse cuenta de que eran el inicio de hostilidades muchísimo más sutiles. Adquirió un helecho sembrado en su caja de madera y lo colocó en la galería, al lado de su puerta. Doña Pancha estuvo examinando la planta con una expresión de asco y al fin...
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