Triunfo
Triunfo cambió de piel en 1962 y, dejando atrás al inolvidable semanario cinematográfico precedente, realizó su antiguo sueño de convertirse en revista de información generalcuando un afamado grupo de comunicación se propuso obstinadamente editar Triunfo.
Dos ideas fundamentales guiaron a la revista a partir de su nueva situación profesional: dirigirse a las mayorías y transitar por senderos culturales para que sus páginas pudieran acoger las grandes corrientes del pensamiento europeo. Triunfo emprendió entonces un camino sin retorno con el firme propósito deatravesar aquella turbia época realizando un periodismo insobornable que restableciera la memoria histórica, arrancada a los españoles por la violenta agresión de los vencedores.
Al aparecer en los quioscos el 9 de junio de 1962, Triunfo no dejó ya nunca de recoger y destacar en sus páginas cuantos acontecimientos de índole cultural e ideológica fueron sucediendo en nuestro país y que afectaban a lapropia revista, como la prolongada vigencia de la antigua Ley que Franco y Serrano Suñer dictaron un cuarto de siglo antes, en plena guerra civil, imponiendo una férrea censura que fue culpable de que nuestro pueblo llegara a olvidar su propia historia, o cuando, en 1966, casi 30 años después, Fraga pregonaba “el fin de la censura previa” con su nueva Ley de Prensa e Imprenta, auténtico fraudepolítico enmascarado con una prosa jurídica formalmente moderada que no le impidió reformar el Código Penal para radicalizar la represión hasta extremos inusitados.
En su propio ámbito, la revista soportó incomprensiones y desencuentros. El simple hecho de que, muy pronto, conquistase la atención de cuantos buscaban en aquel desierto comunicacional que era nuestro país un mensaje de libertad y de quese extendiera de forma incontenible la nueva de que había que leer Triunfo, publicación en auge por su inequívoco talante progresista, creó momentos de tensión entre la Redacción y el grupo editor, circunstancia que alcanzó extremos intimidatorios por la acusada intolerancia de algunos personajes de su Consejo. La tirantez entre Triunfo y sus financiadores aumentaba cuando, inesperadamente, latensión hizo crisis: aquéllos sufrieron tal descalabro económico que todas sus empresas pasaron a depender de su principal acreedor, el Banco Atlántico.
La situación se ensombreció cuando se supo que la cúpula del Atlántico la integraban significativos miembros del Opus Dei. La evidente disparidad entre la conocida asociación religiosa y las ideas defendidas por Triunfo hacía presagiar un finalirreparable: era preciso transmitir al propio presidente del Atlántico la idea de que la desaparición de la revista sería interpretada como un ‘ajuste de cuentas’ ideológico y que, si el Banco se mostrara comprensivo, quedaría patente que la Obra no deseaba consumar ninguna acción que semejara represalia. Admitida positivamente la propuesta, Triunfo alcanzó su objetivo y, por vez primera, la revista sesintió absolutamente libre, sin depender económicamente de nadie.
De hecho fue una simbólica reedificación de la revista sobre sí misma que, para evocarla, adoptó un lema como santo y seña para el futuro: el predominio de la razón ideológica sobre la razón económica. Comenzaba una época dorada, la del “Triunfo de las luces”, que transportó a la revista hacia el apogeo de su influencia cultural eideológica. A través de números monográficos, abordó temas hasta entonces tabúes para la sumisa e insulsa prensa de la época.
Pero el omnímodo poder del autócrata y el de sus vicarios no pudieron soportar el auge y la libertad que la revista había conquistado y, cuando apareció el monográfico “El matrimonio”, la castigó con los más duros correctivos que aquellas leyes sectarias aplicaban a...
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