Trono de Cristal
1º de la serie Trono de Cristal
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Sarah J. Mass
Sinopsis
ras un año de trabajos forzados en las minas de sal, la joven asesina
Celaena Sardothien ha sido convocada por el príncipe del Reino de
Endovier. Celaena no ha acudido con la intención de acabar con la vida
del príncipe, sino con el deseo de conquistar su libertad. Si vence a veintitrés
asesinos, ladrones y guerreros enuna competición a vida o muerte, será liberada de
prisión para ejercer como campeona real.
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El príncipe la aconsejará. El capitán de la guardia la protegerá. Pero algo maligno
se esconde en el palacio de cristal, y está allí para matar. Mientras sus
competidores van muriendo uno a uno, la lucha de Celaena por conquistar su
libertad se convierte en una lucha por sobrevivir y en unaincesante búsqueda del
origen del mal antes de que destruya el mundo.
Capítulo 1
ras un año de esclavitud en las minas de sal de Endovier,
Celaena Sardothien había acabado por acostumbrarse a andar
de acá para allá encadenada y a punta de espada. Había miles
de esclavos en Endovier y casi todos recibían un tratamiento
parecido, aunque Celaena solía ir y volver de las minas acompañada pormedia docena de guardias más que el resto. Era de esperar, siendo
como era la asesina más famosa de Adarlan. Aquel día, sin embargo, la
aparición de un hombre de negro encapuchado la cogió por sorpresa.
Aquello era nuevo.
Su acompañante la sujetaba del brazo con fuerza mientras la
conducía por el suntuoso edificio donde se alojaban casi todos los
funcionarios y capataces de Endovier.Recorrieron pasillos, subieron
escaleras y dieron vueltas y más vueltas para que Celaena no tuviese la
menor posibilidad de encontrar la salida.
Cuando menos, eso pretendía el desconocido, pues ella se dio
cuenta enseguida de que habían subido y bajado la misma escalera en
cuestión de minutos. También se percató de que la obligaba a avanzar
en zigzag por distintos niveles aunque el edificio tenía unaestructura de
lo más corriente, una cuadrícula de pasillos y escaleras. Pero Celaena
no era de las que se desorientan fácilmente. De hecho, se habría sentido
insultada si su escolta hubiese escatimado esfuerzos.
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Enfilaron por un pasillo particularmente largo donde no se oía el
menor sonido salvo el eco de sus pasos. Advirtió que el hombre que la
agarraba del brazo era alto y estabaen forma, pero Celaena no podía
ver los rasgos ocultos bajo la capucha. Otra táctica pensada para
confundirla e intimidarla. La ropa negra seguramente formaba parte de
esa misma estratagema. El hombre la miró y Celaena esbozó una
sonrisa. Él devolvió la vista al frente y la agarró del brazo aún con más
fuerza.
Celaena se tomó el gesto como un cumplido, aunque no sabía a
qué venía tantomisterio, ni por qué aquel hombre había ido a buscarla
a la salida de la mina. Tras una jornada entera arrancando rocas de sal
de las entrañas de la montaña, verlo allí plantado junto a los seis
guardias de rigor no la había puesto de buen humor precisamente.
No obstante, había aguzado bien el oído cuando el escolta se
presentó ante el capataz como Chaol Westfall, capitán de la guardia
real.De pronto, el cielo se había vuelto más amenazador, las montañas
habían crecido a sus espaldas y hasta la misma tierra había temblado
bajo sus rodillas. Hacía tiempo que no se permitía a sí misma probar el
sabor del miedo. Todas las mañanas, al despertar, se repetía para sí:
«No tengo miedo». Durante un año, esas mismas palabras habían
marcado la diferencia entre romperse y doblarse; habíanimpedido que
se hiciera pedazos en la oscuridad de las minas. Pero no dejaría que el
capitán averiguase nada de eso.
Celaena observó la mano enguantada que la agarraba del brazo.
El cuero oscuro del guante hacía juego con la porquería de su propia
piel.
La muchacha era muy consciente de que, aunque solo tenía
dieciocho años, las minas ya habían dejado huella en su cuerpo.
Reprimiendo un...
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