Tu madre
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aaaaaaaaaaaaaa Erase una vez, hace al menos dos siglos,una época optimista y esperanzada que recibió el nombre de Ilustración, Iluminación, la Era de las Luces". Así comienza Adela Cortina, catedrática de Etica y Filosofía Política en la Universidad de Valencia España, su último libro titulado "Hasta un pueblo de demonios", donde hace un ensayo sobre ética pública y sociedad.
Ese optimismo esperanzado estaba basado en el diseño de una nuevasociedad, bajo cinco nuevas claves:
1) La autonomía de las personas, la capacidad que cada una de ellas tiene para regirse por sus propias leyes, rechazando leyes impuestas;
2) La civilidad de los ciudadanos, la virtud por la que se hacen responsables de la vida pública;
3) La legitimidad de un sistema de leyes que tiene en cuenta el bien común de todos y cada uno de los ciudadanos;
4) Lajusticia de las instituciones, atentas al principio de imparcialidad, que no hace acepción de personas;
5) La tolerancia de las religiones, dispuestas a descubrir aquellos valores en que coinciden, a respetar a aquellos en los que discrepan, sin hacer dejación de ellos.
Se creía, con un optimismo razonable, que, confiando en la sensatez de los seres humanos, esos parámetros se harían, poco apoco, realidad. Sin embargo, dos siglos después, el Siglo de las Luces se nos convirtió en Siglos de Sombras.
Francis Fukuyama comienza diciendo en "El fin de la historia y el último hombre" que "puede decirse sin riesgo que el siglo XX nos ha convertido a todos en hondos pesimistas históricos".
Esto nos ha pasado un poco también con la democracia, que está implicada en los presupuestosanteriores.
1. Situación de la democracia
1.1. Un poco de historia
Una de las escenas más interesantes sobre las tipologías de las formas de gobierno fue escrita por Heródoto en el siglo III a.C. Tres personajes, en su obra "Historias" participan en un debate sobre la mejor forma de gobierno que debe ser instaurada en Persia después de la muerte de Cambises.
Veamos su desarrollo.
"Cincodías después de que los ánimos se habían calmado, los que se habían sublevado contra los magos deliberaron acerca de los acontecimientos todos; y fueron pronunciados discursos, ciertamente increíbles para algunos de los griegos, y sin embargo, fueron pronunciados.
Otanes propuso entregar el poder al pueblo persa y argumentó su propuesta de la siguiente manera:
Me parece que ninguno denosotros debe ser hecho monarca: sería una cosa desagradable e injusta; pues vísteis la insolencia de Cambises, hasta dónde se levantó y también habéis participado de la insolencia del mago.
Pero cómo podría ser cosa ordenada un gobierno monárquico, si al monarca le está permitido hacer lo que quiera sin responder ante nadie? La monarquía haría salir incluso al mejor de los hombres de su normanatural, cuando tuviese tal poder. La posesión de grandes riquezas genera en él la prepotencia, y desde el inicio la envidia le es connatural; y teniendo esas dos cosas, tiene toda la maldad: en efecto, realiza las acciones más reprobables, unas dictadas por la prepotencia, otras por la envidia.
Parecería razonable que el monarca-tirano fuese un hombre sin envidia, desde el momento en que tiene todo.Pero se ha hecho al contrario de esto para con los súbditos, pues odia a los pocos buenos que han quedado, se complace con los peores, presta gran atención a las calumnias.
Y lo más absurdo de todo: si en efecto lo admiras mesuradamente, está apesadumbrado, porque no es muy bien honrado; y si alguno lo honra mucho, está molesto como con un adulador. Pero ahora diré lo que es más grave:...
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