Tukul

K´iin Ich K´áak´mo´

La tribu que acaudillada por Zamná, hacía largo tiempo que peregrinaba desde los desiertos del sur hasta las playas orientales de la península, había por fin elegido un sitiopara establecerse y erigir un templo a sus Dioses y un hogar a sus familias.

Y entonces se alzó Itzamal, la ciudad más antigua de la península, la ciudad más santa, consagrada por Zamná, elfilósofo-Dios, el jefe que condujera a los Itzáes a través de millares de leguas. Y soberbia se alzó Itzamal, ostentando en las cimas de sus pirámides esbeltas los templos de los dioses de la incruenta ydulce religión de Zamná.

“Hijos míos, había dicho el sabio, los astros que brillan en la bóveda inmensa, el sol radiante y esplendoroso, lo que da vida y calor, lo que fecunda, lo que crea, esohabéis de adorar. Sea vuestro Dios el fuego sublime que todo lo purifica, oh, Itzaes.

Y cuando a los pocos años florecía poderosa la esplendente Itzamal, Zamná anunció a su pueblo que iba a morir, tanluego como de entre las vírgenes Itzaes surgiese la dotada por el cielo de dones inestimables que la hiciesen digna de estar al lado de los mismo Dioses. “Cuando esto suceda, decíales, podré yosepararme tranquilo de vosotros, pues mi misión estará determinada. Yo os daré un legado precioso. Después de mi muerte adoraréis en vuestros altares a una nueva verdad.

¡Era bella Xnik – Ka´an, máshermosa aún era su alma!

Había oído las palabras de Zamná, de sus labios había escuchado los consejos vivificantes del espíritu, y su alma grande, su alma artista, se extasiaba en la contemplación delo sobrenatural levantando su vuelo de la tierra miserable y sombría a los espacios inmensos buscando siempre algo superior, algo infinitamente sublime que ni comprendía.

Y no había hallado nuncael objeto de sus sueños, de sus ansias misteriosas.

Un día, el más gallardo de los guerreros del Humpiktok´ del ejército sagrado, le habló al oído de gratos amores, de esperanzas dulces,...