Udatxi

El día anterior lo tenía todo planeado, sólo tenía que buscar a las personas idóneas para este trabajo y si tenía que confiar en alguien, no debía ser precisament e en los amigos, ninguno de ellos hubiera aceptado.

Tampoco podía pensar en la policía, eso me obligaría a poner una denuncia y a especificar ahí todos los crímenes por los cuales lo inculpaba y es más, tendría que darles el nombre yotros datos precisos para iniciar su captura, hasta colocarían su foto en la TV y si lo capturasen lo llevarían ante los jueces y luego a un calabozo.

Yo no quería ese tipo de espectáculos, ni mucho menos ese tipo de justicia.

El asunto era entre él y yo, nadie más tenía que saberlo.

Se me ocurrió que tendría que encargarlo a unos matones, ellos sabían de este tipo de asuntos y en esecaso tendría que contarles algunas cosas, algunos detalles para que cumplieran su trabajo sabiendo que le daban su merecido.

Al día siguiente, entradas las seis de la tarde me dirigí a la cantina a la cual yo siempre iba a tomar un trago.

Al entrar sentí un cambio en el aspecto de ese lugar, por ejemplo las cortinas que eran de color crema parecían más luminosas que nunca y yo como siempresólo quería observar el ocaso detrás de ellas. Sólo tenía que sentarme y contemplarl o, de alguna manera tenía que ver aquello como en ningún otro día.

Me fijé en la otra mesa en la cual estaba como casi todos los días un tipo al que yo conocía por el nombre de Juan, él me proveía de algunas drogas cuando las necesitaba.
Él también miraba las cortinas y yo lo miraba conjuntamen te con el paisaje.Él volteó la cara y pude observar un destello de color rojo en sus ojos, no pude pensar otra cosa, sino que era la luz del sol reflejándose.

Me miró detenidamen te, se fijaba en mi cara para luego pasar a mirarme los ojos. Esa contemplación entre ambos debió durar unos segundos y entonces pensé que él era el indicado para este tipo de trabajos donde siempre tenía que morir alguien, lo habíavisto siendo cruel con algunos de sus tantos clientes, Sabía que amedrentaba a la gente cuando utilizaba drogas y yo creía que no tenía remordimien tos.

Él era el indicado para hacerlo, además que yo podía llegar a convencerlo, ya que contaba con una buena cantidad de billetes que había ahorrado para darme un paseo por alguna playa y observar alguno que otro atardecer tirado en la arena.

Meacerqué cautelosame nte hacia la mesa donde él estaba, incline mi cabeza como una señal de respeto el cual siempre veía hacer a muchos de sus clientes y como imaginaba, también estaba obligado a hacer siempre que me acercara a pedirle algún favor o alguna mercancía.

Traté de sentarme en la silla que estaba a su lado, pero antes de que lo hiciera, él se apartó un poco hacia su derecha y con unavoz que sonaba a advertencia dijo:

- No tengo nada para ofrecerte, estos días la cosa está difícil –

Tenía que pensar que algo andaba mal, que habían incautado alguno de sus puntos de abasto o que simplemente no quería atenderme, pero me senté y mirándole a los ojos le dije que me hiciera un favor.

- Ja, favores – dijo despectivam ente.
- Sí, un favor – apresuré en decir.
- Yo no hagofavores y menos… - se contuvo porque notó que lo podían oír en la otra mesa.

Pero no será un favor gratuito – Decía esto tratando de sonar convincente – te daré una buena paga. Yo pensaba inmediatame nte en el sobre que tenía guardado en algún lugar de mi cuarto, con sus muchísimos billetes dentro. Supe que tenía que mirarle a los ojos con toda sinceridad y convencerlo de una buena vez, entoncesasintiendo con la cabeza pronunció unas palabras que guturalment e sonaban a un “puede ser”.

Escuche decirle, ahora si muy claro pero cautelosame nte:

- y de qué favor se trata -

No podía imaginar lo que pensaba pero sentía que esa persona no lo pensaría dos veces, tenla la certeza de que iba a aceptar.

Tuve que contarle de aquél tipo, de algunas cosas que sería necesario que...